El Universal

¡Bienvenidos a mi blog! La idea de este espacio es compartir artículos y comentarios de actualidad.

sábado, abril 30, 2005

Soñar con Kirchnerlandia

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Noticias.



La siempre interesante crítica de James Neilson

miércoles, abril 27, 2005

El islam, atrapado en la oscuridad de una ley

Debe suspenderse rápidamente la "sharia", en cuyo nombre se infligen castigos corporales, se lapida o se ejecuta a seres humanos.

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El juicio de los inocentes

El escritor alemán Bernhard Schlink, que viene a Buenos Aires para participar de la Feria del Libro, habla de su novela El lector, de los difíciles años de la posguerra y del conflicto moral y afectivo que dejó como legado el nazismo.

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lunes, abril 25, 2005

Usarán un satélite para determinar las fiestas del Islam

Costará 8 millones de dólares y será puesto en órbita para tomar fotografías precisas de los ciclos lunares.

Los países musulmanes van a usar tecnología por satélite para ayudar al avistamiento de la luna, empleado para determinar las fiestas del Islam, dijo el domingo la Organización de la Conferencia Islámica. (OCI), de 57 países.

La OCI, el mayor organismo musulmán del mundo, prevé lanzar un satélite de ocho millones de dólares en dos años para tomar fotografías de la luna y averiguar las fechas del calendario lunar.

Añadió que los estudiosos de la religión tendrían acceso a fotografías precisas de la forma de la luna, en lugar de tener que depender de los avistamientos a simple vista que han creado discrepancias o errores en el pasado entre países musulmanes.

"Afortunadamente, el satélite impedirá los problemas asociados con el avistamiento lunar", dijo el portavoz Ahmed Imigene a Reuters.

Un comité de Arabia Saudí, lugar de nacimiento del Islam, frustró a millones de fieles cuando dijo que se equivocó en un día para la peregrinación anual del 'haj' en enero.

La OCI financiará el proyecto, que fue concebido por el Centro de Ciencia Espacial de la Universidad de El Cairo.

"El satélite tendrá una cámara fija que tomará fotografías de gran detalle de la luna y las devolverá a la tierra", dijo el profesor Mervat Awad, director del centro.

El satélite, que está construyendo una firma italiana, será también empleado para la investigación de asteroides.

Aún no está claro cuántos países usarían esta tecnología para determinar las fechas religiosas. Ya hay algunas críticas de representantes creyentes de Arabia Saudí, que usan el calendario lunar.

"La forma de la luna ha de ser vista desde la tierra", dijo Osama al-Bar, religioso de un centro investigador del 'haj' de Arabia Saudí.

Clarín.

Y digo yo... ¿no sería mejor que utilizaran la tecnología para el desarrollo de esas sociedades tan atrasadas? Se trata de otro caso de paradoja reaccionaria. En lugar de valerse de la tecnología para practicar ritos inútiles sería más razonable abandonar esos ritos y embarcarse de lleno en la modernidad.

sábado, abril 23, 2005

La batalla por el mundo

Por JAMES NEILSON

Ya que a Joseph Ratzinger lo han llamado "el rotweiler de Dios", el "Panzerkardinal" y el "Gran Inquisidor", entre otros epítetos nada cariñosos, puede entenderse el estupor que sintieron los muchos que sueñan con una especie de tercera vía católica que de alguno que otro modo combine las duras doctrinas tradicionales con la permisividad propia de la edad moderna en el momento en el que aprendieron que, con el nombre de Benedicto XVI, sucedería a su amigo Karol Wojtyla. En cambio, quienes creen que a menos que la Iglesia se aferre a sus dogmas con más tesón que nunca no tardará en degenerar en un culto new age más, celebraron la elección del teólogo teutón que poco antes de iniciarse el cónclave formuló lo que fue una declaración de guerra contra el mundo contemporáneo que ve dominado por "la dictadura del relativismo", o sea, por la tolerancia.

Como diría Hans Küng, el pensador suizo que durante décadas ha liderado el ala progresista de la Iglesia en los países de habla alemana, Ratzinger representa "el paradigma medieval, contrarreformador y antimoderno". Lo que Küng y otros que comparten su opinión no dijeron fue que, dadas las circunstancias, hubiera sido realmente asombroso que cardenales nominados por Wojtyla optaran por un individuo enamorado de un mundo que ha tomado un rumbo radicalmente distinto al propuesto por la Iglesia Católica.
Cuando eligió apodarse Benedicto, Ratzinger habrá pensado en el fundador homónimo de la Orden de los Benedictinos que hace un milenio y medio tanto hizo por asegurar la supervivencia del cristianismo en una Europa devastada por los bárbaros que, andando el tiempo, darían la espalda al paganismo de sus ancestros. A juicio de Ratzinger, un hombre que como un niño en la Alemania de Hitler fue testigo de una restauración pagana, el panorama europeo actual es igualmente desolador. Por cierto, desde el punto de vista de un teólogo consustanciado con las enseñanzas de la Iglesia, no se equivoca si cree que los desafíos que le esperan son por sus dimensiones comparables con los enfrentados no sólo por sus remotos antecesores sino también por sus padres. Puede que Juan Pablo II haya sido el Papa más popular de toda la historia, pero su carisma personal no impidió que en el transcurso de su pontificado la Iglesia Católica se marchitara en Europa y, si bien por motivos muy distintos, que también se debilitara en América del Norte. Lejos de reflejar el poder de la religión en el mundo, el protagonismo de Wojtyla y el dolor que tantos afirmaron sentir cuando moría confirmó el inmenso poder de convocatoria que poseen los medios de difusión electrónicos.

Es verdad que el catolicismo, además de otras variantes del cristianismo, se ha expandido mucho en África y Asia y que en América latina la mayoría sigue aseverándose leal a Roma, pero sería ingenuo suponer que tales éxitos podrían compensar las pérdidas que se han registrado en el Primer Mundo donde pocos, muy pocos, toman realmente en serio lo que dicen los clérigos. No obstante los reveses tácticos que son experimentados periódicamente por el capitalismo liberal en países como la Argentina, el modelo socioeconómico "moderno" que es resueltamente pluralista y por lo tanto reacio a discriminar entre los diversos credos, privilegiando unos en desmedro de otros, está globalizándose con rapidez, con consecuencias que en todas partes serán muy similares a las producidas en Europa. En efecto, los debates en América latina en torno a temas considerados fundamentales por el Vaticano como los vinculados con el aborto, el uso de los anticonceptivos, el clonaje y así por el estilo son casi idénticos a los que se celebran en Europa, motivo por el que Ratzinger tiene razón cuando da por de contado que si la Iglesia cede en el frente primermundista terminará batiéndose en retirada en todos.
Si la Iglesia Católica fuera una empresa comercial o un partido político, podría adaptarse sin demasiadas dificultades a la edad de la globalización multiculturalista modificando sus doctrinas para que resultaran más simpáticas, pero, bien que mal, no le es dado adoptar dicha estrategia. A menos que sus líderes la crean anclada en verdades eternas, no podrá sino hundirse. He aquí la lógica detrás de la postura regularmente denostada por "ultraconservadora", cuando no "autoritaria" de Ratzinger. De formación más intelectual que pastoral, el alemán preferiría dejar que la Iglesia se redujera a un núcleo duro de fieles a abandonar su compromiso con principios que para él no son negociables. Según sus correligionarios de actitudes más conciliadoras, esto es precisamente lo que sucederá a menos que los sorprenda volviendo al progresismo de sus años mozos cuando militó a favor de todas las causas que estaban en boga entre los bien pensantes de su país. Sin embargo, también es factible que en términos estratégicos, por decirlo así, la intransigencia brinde mejores resultados que la voluntad de pactar, insinuando de tal modo que en última instancia la fe religiosa no es gran cosa. Éste sería el caso si, como Ratzinger claramente espera, los occidentales, debidamente horrorizados por los frutos del relativismo hedonista al cual se han entregado, por fin optaran por regresar al seno de la Madre Iglesia.

A juzgar por lo que está sucediendo en los Estados Unidos, el país emblemático del modernismo rampante que exporta una proporción llamativa de los males que a través de los años han sido condenados por Ratzinger, es bastante realista la actitud de los "ultraconservadores" que, gracias a Juan Pablo II, monopolizan los puestos de mando de la Iglesia Católica. En la superpotencia, el cristianismo de signo protestante, que se ve representado por figuras como la del presidente George W. Bush, disfruta de salud exuberante y los problemas de la Iglesia Católica se deben no tanto a las opiniones rígidas del Vaticano cuanto a la conducta sexual escandalosa de ciertos clérigos. Con todo, por lo pronto no hay señales de que los europeos estén por experimentar un renacer religioso que sea comparable con el que se dio en los Estados Unidos y que según parece está cobrando cada vez más fuerza. Por el contrario, para desazón de quienes piensan como Ratzinger, las huestes del relativismo siguen anotándose nuevos triunfos en países como Italia y España, que hasta hace muy poco eran considerados bastiones inexpugnables de la fe.

Entre los más perturbados por el ascenso del "Gran Inquisidor" al trono de San Pedro están los musulmanes. Temen que el nuevo Papa preste menos atención a lo que los distintos cultos tienen en común que a lo mucho que los separa y que exhorte a los europeos a recuperar el respeto por sus propias tradiciones religiosas. Cuando Juan Pablo II comenzó su reinado, el islamismo aún era un culto exótico en Europa: el gran enemigo a batir era el marxismo, seguido por el capitalismo liberal. En los años últimos, empero, la cantidad de musulmanes en Europa ha crecido a un ritmo asombroso – dicen que ya hay más de veinte millones – y tal y como están las cosas el Islam podría erigirse en la fe dominante en un lapso que para la Iglesia sería muy breve.
A diferencia de su amigo polaco que, para disgusto de los conservadores, estaba dispuesto a visitar mezquitas y aliarse con los musulmanes en una guerra santa contra las tentaciones del mundo actual, Ratzinger no ha vacilado en manifestar su preocupación por la reaparición imprevista de la confesión rival y se ha opuesto con vigor al eventual ingreso de Turquía en la Unión Europea. Además, está acostumbrado a expresarse en palabras que no admiten ambigüedades, lo que, en vista de la hipersensibilidad de muchos musulmanes, le garantizará una serie de polémicas agrias. No extrañaría, pues, que si se prolonga más de un par de años el pontificado de Benedicto XVI sirviera para empeorar las relaciones entre el Occidente y el mundo islámico.

Por ser Juan Pablo II un personaje tan mediático, sus admiradores incluían a muchos que no comulgaban con el catolicismo y que no sentían interés alguno por sus doctrinas. Es poco probable que Benedicto XVI goce del mismo privilegio. Por lo tanto, se hará mucho más evidente que antes la fosa que separa la cosmovisión oficial católica de la propia de un mundo que parece irremediablemente pluralista en el que hasta hablar de absolutos es juzgado "politicamente incorrecto". En cierto sentido, el "carisma" del Papa polaco resultó contraproducente por permitir a muchos convencerse de que respetarlo les ahorraría la necesidad de obedecer al pie de la letra sus órdenes, sobre todo las relacionadas con sus hábitos sexuales. Con un Papa alemán sin el mismo carisma a cargo de la Iglesia, no les será tan fácil continuar jurar ser buenos católicos sin por eso sentirse constreñidos a acatar las reglas correspondientes. l


Noticias






El día que Juan Pablo II lloró al enterarse de que un amigo dejaba los hábitos por culpa del celibato.

Las angustias de un insomnio deben parecer más grandes en los aposentos papales, agigantadas por los claroscuros de los frescos renacentistas y los reflejos fríos de tanto mármol. En una de esas madrugadas romanas, cuando Juan Pablo II aún vivía y gozaba de relativa salud, sus allegados descubrieron que el Papa no dormía en su cama. Después de buscarlo por los diferentes cuartos donde solía trabajar, leer o rezar cuando el sueño no venía, comenzaron a preocuparse: el Pontífice no aparecía por ningún lado. Finalmente alguien dio la voz de alerta, lo había encontrado en una pequeña capilla de las tantas que hay bajo el techo vaticano. Karol Wojtyla lloraba tirado frente al altar y llegó a confesarle al afligido grupo que lo encontró que lo que le había quitado el sueño era una amarga noticia del día anterior: un querido amigo y sacerdote dejaba los hábitos para casarse.

él, el Papa, el sucesor de Pedro, el representante de Cristo en la Tierra, no podía hacer nada para evitarlo, no podía cambiar una doctrina que había recibido de sus antecesores y que él sentía como inmutable: el celibato sacerdotal.

Noticias

viernes, abril 22, 2005

El Gobierno aprueba la ley contra el tabaco en España

 
Alek Zhýnguel
 
El Consejo de Ministros ha aprobado hoy el proyecto de Ley de Prevención del Tabaquismo. Esta norma limitaciones a la venta y suministro de los productos derivados del tabaco, a su consumo, publicidad, promoción y patrocinio.

La ministra de Sanidad, Elena Salgado, ha declarado que con la tramitación de esta ley se pretende lograr que "la norma sea no fumar y que se respete el derecho de los no fumadores", además de mejorar la salud de los que fuman. En España, a consecuencia de las enfermedades provocadas por el tabaco mueren unas 50.000 personas al año, 10 veces más que en los accidentes de tráfico.

El proyecto de la ley establece severas limitaciones a la venta y suministro de tabaco y a la publicidad de los artículos de la industria tabacalera. La publicidad del tabaco en todos los medios, la promoción y distribución gratuita o promocional de productos del tabaco y el patrocinio de eventos se prohibirá a partir de que el texto se publique en el BOE. El resto de las medidas entrarán en vigor el 1 de enero de 2006.

Prohibiciones
Estará totalmente prohibido fumar en centros de trabajo públicos y privados, salvo al aire libre; centros y establecimientos sanitarios; centros docentes; instalaciones deportivas cubiertas; zonas destinadas a la atención al público; centros comerciales, centros de atención social para menores de 18 años, centros culturales, bibliotecas, museos, salas de fiesta o de uso público en las que se permita la entrada a menores de 18 años, áreas que elaboren, preparen o vendan alimentos, ascensores, cabinas telefónicas, cajeros automáticos, todos los transportes y estaciones de servicio.

Habrá lugares con posibilidad de instalar zonas para fumadores como centros de atención social, establecimientos penitenciarios, hoteles, hostales y establecimientos análogos; salas de fiesta donde no se permita la entrada a menores; bares, restaurantes y demás establecimientos de restauración cerrados y con una superficie útil para clientes igual o superior a 100 metros cuadrados, teatros, cines y otros espectáculos públicos hechos en lugares cerrados; y estaciones de autobuses, trenes, puertos y aeropuertos.

Infracciones y sanciones

El proyecto establece un régimen de infracciones y sanciones, identifica responsables y delimita las competencias sancionadoras. En el caso de infracciones cometidas por menores, se harán responsables solidarios sus padres o tutores legales. Se establecen tres tipos de infracciones: leves (hasta los 600 euros), graves (de 601 a 10.000 euros) y muy graves (de 10.001 a 600.000 euros).

Las sanciones se dividirán en tres grados (mínimo, medio y máximo). El grado máximo se impondrá cuando el perjudicado sea un menor de edad y las que se impongan en los casos en los que la conducta infractora se realice con reiteración. Se impondrán en grado mínimo cuando se cometan por un menor de edad. En estos casos, las sanciones económicas podrán ser sustituidas también por medidas educadoras.
 
Expansión.com
 
 
Una ley fundamental que también debería aprobarse en Argentina.

jueves, abril 21, 2005

El Congreso español aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo

 
El Congreso de los Diputados aprobó hoy el proyecto de Ley que permitirá el matrimonio entre personas del mismo sexo en España, una norma que aún debe ratificar el Senado antes de su entrada en vigor prevista para dentro de unos tres meses. El anteproyecto había sido aprobado por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en octubre pasado.

El proyecto de Ley contó con el apoyo del gobernante Partido Socialista (PSOE), mayoritario en la Cámara, y el de los independentistas catalanes de ERC, además de otros grupos minoritarios de izquierda, como la coalición Izquierda Unida. Los nacionalistas moderados catalanes de Convergencia y Unión (CiU) y los del Partido Nacionalista Vasco (PNV) dieron a sus parlamentarios libertad de voto en el debate.

El rechazo frontal a la iniciativa vino desde las filas del conservador Partido Popular (PP), el principal de la oposición, quienes apuestan por crear una figura jurídica específica para las uniones estables entre personas del mismo sexo, sin alterar la institución del matrimonio.

Para muchos diputados, el punto más polémico de la ley es que al establecer que los matrimonios tendrán los mismos efectos y derechos cuando ambos contrayentes sean del mismo o de diferente sexo, las parejas de homosexuales podrán adoptar menores de manera conjunta.

En el debate, que fue seguido desde la tribuna por numerosos miembros de grupos de homosexuales, el ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, defendió que el proyecto supera "las barreras de discriminación, muchas de profunda raíz histórica o atávica, que afectan a derechos y libertades". La modificación del Código Civil consiste en sustituir en uno de sus artículos las palabras "marido y mujer" por "los cónyuges".

La regulación permitirá que miles de parejas homosexuales puedan casarse y pondrá fin a una larga batalla de las organizaciones de gays y lesbianas, que celebran desde hace meses la autorización de sus matrimonios anunciada por el Gobierno.
 
Clarín.
 

Una decisión que celebro, a los fines de favorecer la igualdad de derechos y el reconocimiento mutuo.
 
 

miércoles, abril 20, 2005

Una biografía muy crítica de Ratzinger

“Cardenal Ratzinger: El defensor de la Fe en el Vaticano” (Cardinal Ratzinger: The Vatican's Enforcer of the Faith, según su titulo original en inglés) es una biografía –una de las pocas existentes hasta el momento- muy crítica del nuevo Sumo Pontífice elegido hoy, escrita por el estadounidense John Allen en el año 2000.

En ella, Allen describe a Ratzinger como un hombre “que se opone a los anticonceptivos; al matrimonio para todos (o sea, un no rotundo a los casamientos entre parejas de distinto sexo); el celibato opcional, a un mayor rol de las mujeres en la Iglesia y a la libertad de conciencia teológica”.

El libro, que se consigue en Internet por cerca de US$ 20, trata de explicar además “el enigma central que rodea Ratzinger”, que es, según el autor, “cómo este liberal duro llegó a convertirse en el principal arquitecto de la última oleada de represión en la Iglesia católica”.

El texto se fundamenta, entre otros puntos, en extensas entrevistas con estudiantes y colegas de Ratzinger, así como la investigación en archivos en Baviera y los Estados Unidos, alcanzando su niñez bajo “la sombra de los nazis".

Allen, además vaticanista de la revista estadounidense National Catholic Reporter, dijo en una entrevista reciente que los conservadores de la Iglesia católica temen que los fieles pierdan la fe por culpa del secularismo, el hedonismo y la idea de que la moral es relativa en el mundo occidental actual. Y ubicó al alemán Ratzinger en ese sector “concentrado en imponer sus puntos de vista en asuntos como el divorcio, el aborto, la clonación o los anticonceptivos”.

Además, en otras declaraciones, adelantó que, según su opinión, un Ratzinger papa “viajaría mucho menos que Juan Pablo II; montaría una defensa vigorosa de la identidad católica, resistiendo tentaciones de la cultura secular”.

Clarín.

sábado, abril 16, 2005

Las mil y una formas de leer

Anécdotas y testimonios dibujan un identikit de los lectores de todo el país. Además, Alberto Manguel defiende el libro como objeto interactivo y, en dos entrevistas, Ricardo Piglia habla de su nuevo ensayo —homenaje al azar y el placer como claves de la literatura— y el francés Daniel Pennac señala la lectura como una aventura íntima que incluye el derecho a no leer.

RAQUEL GARZON.

Un profesional sofisticado de Palermo que elige para su tiempo libre un taller de lectura donde se codean Oscar Wilde, Kafka y Virginia Woolf; un adolescente de Turdera, que sortea el polimodal y delira por el amor, la locura y la muerte que prometen los cuentos de Horacio Quiroga y una abuela de Bella Vista, un barrio obrero de Córdoba, que aprende a escribir intercambiando recetas de pan y libros de cocina, comparten, incluso sin saberlo, el mismo ph imaginario en las estadísticas argentinas: integran el medio país que mantiene vivo el hábito de la lectura.

El porcentaje se reveló a fines de 2004 en una encuesta nacional sobre consumos culturales de la Secretaría de Medios de Comunicación. La muestra, realizada sobre casi 3.000 casos de Jujuy a la Patagonia bajo la supervisión del INDEC, desnudó que el 52% de los argentinos no había leído ni un solo libro en el último año y que el 61.9% de los que decían haberlo hecho no podía recordar el nombre de ningún autor. La Dirección General del Libro y Bibliotecas Populares de Buenos Aires sumó luego sus propios números. En el distrito más favorecido del país, los resultados fueron sorprendentemente similares a la situación nacional: el 53% de los porteños ayunó de libros en 2004 y se define a sí mismo como "no lector"; el resto se dividió entre "lectores frecuentes" (34%) y "lectores esporádicos" (13%).

Aunque los datos de lo que falta impacten, preferimos echar a andar este número de Ñ, que anticipa la 31 Feria Internacional del Libro (un acontecimiento que en 2004 convocó a 1.200.000 personas y cuya apertura al público será el próximo jueves), escogiendo el lado claro de la Luna. Concentrarnos en los lectores primero, y preguntarnos qué leen, quiénes leen, por qué lo hacen, cómo, para qué y hacia dónde, y luego recalar en lo que falta para sumar a la fiesta a quienes aún no han encontrado —en las mesas de novedades, en los estantes de las bibliotecas ni en los giros del azar— un libro que cuente para ellos su historia.


Sin autores emblemáticos

Una primera ojeada al identikit de los lectores argentinos revela que alrededor del 70% lee entre uno y cinco títulos por año y el restante 30%, más de cinco. El hábito de la lectura es mayoritariamente femenino, crece con la edad (a partir de los 35 años) y quienes compran libros (los lean o no) adquieren en promedio uno por mes. Los títulos leídos son de una sorprendente diversidad: de la Biblia (que se lleva el primer puesto con un 5.2% de los lectores) hasta Cien años de soledad (1.2%), pasando por las más diversas formas de la autoayuda (Paulo Coelho y Jorge Bucay son los autores más mencionados con un 5,9% y un 5,8% respectivamente). Valores que echan por tierra la fama de los argentinos como voraces lectores de ficción y que se suman al dato que reveló como un jugoso secreto el escritor Héctor Yánover cuando era director de la Biblioteca Nacional: el título más robado en toda la historia de esa institución es el El libro de Doña Petrona. "Estuvo guardado durante muchos años en la sala del Tesoro, junto a las obras más raras y valiosas. No había forma de lograr que no se lo robaran", contaba en una entrevista de 1995.

Para el todavía lector los escenarios son infinitos. Librerías, plazas, bares, colectivos, escuelas, subtes... y hasta calesitas. En Parque Chacabuco funciona desde hace ocho años, una biblioteca semicirculante creada por el dueño de la calesita, Agustín Ravelo, en homenaje a su padre que la abrió en 1960. "Es una biblioteca del corazón, hecha con la buena voluntad de los vecinos y la gente que viene a la calesita", cuenta Ravelo. La sortija puede ser un cuento de Bradbury o una historia de Sara Gallardo, basta mirar, revolver los estantes y escoger. La libertad allí es absoluta: quienes llevan a sus chicos pueden, entre vuelta y vuelta, regalarse una nouvelle o tomar algún libro y devolverlo días después. Por lo general, dicen, quien lleva uno devuelve dos o tres y suma algo. "La informalidad es nuestra contraseña", escribió el crítico George Steiner al analizar el talante de los lectores contemporáneos y en Parque Chacabuco le creen.

Libros hay para todos. Los temas y autores escogidos disparan otras reflexiones. El sociólogo Luis Alberto Quevedo, co-responsable junto a Roberto Bacman de la citada encuesta nacional sobre consumos culturales, afirma que no es raro que la Biblia ocupe el primer lugar ("el avance de las iglesias evangelistas lo ha convertido en el libro más leído en la TV y se ha regalado mucho"). Lo interesante, dice, es recalar en la "gran dispersión de títulos" que habla de algo más profundo: "la ausencia de autores emblemáticos en la literatura argentina", aquellos que resumen la sensibilidad estética de una época. "Al final de la dictadura —ahonda— hablar de Respiración artificial, de Ricardo Piglia era más que hablar de una novela. Era un libro que mostraba lo que estaba pasando en la Argentina. Lo mismo sucedía con Conversación en la Catedral, de Mario Vargas Llosa en los años 60: daba cuenta del clima de época, universitario y revolucionario en América latina. Hoy no hay autores que sinteticen qué nos está pasando. Hay cierta orfandad, por eso la gente menciona un poco de todo y aparecen autores como Favaloro o Aguinis. Se menciona a Sabato, pero ¿hace cuánto que Sabato no escribe? La gente lo nombra porque le suena", afirma. Desde la Cámara Argentina de Librerías aportan otra visión: "Si bien difícilmente veamos a sus autores en los rankings de más vendidos, la literatura argentina se alza con un 13% de las ventas con una colocación lenta, fragmentada y sólida", sostiene Ecequiel Leder Kremer, vicepresidente de la institución.


Autoayuda para Proust

La cofradía de los lectores siempre reserva sorpresas, algunas incluso refutan aquello de la lectura como placer solitario. A mediados de 2001 los periodistas Ariel Hendler y Albertina Piterbarg organizaron en Buenos Aires, tomando el modelo de algunos neoyorquinos, un grupo de lectura para encarar los siete tomos de En busca del tiempo perdido. "Era algo así como un grupo de autoayuda para leer a Proust", cuenta Hendler. A la primera reunión llegó una veintena de personas. "Entre ellas, un señor que con gran sinceridad contó que venía a robarnos la idea y algunas voluntades: 'En verdad, yo quiero leer el Quijote', se disculpó y, por supuesto, no volvió más". Formado por "lectores por placer y no especialistas", el grupo se reunió —de 2001 a 2004—al ritmo de una reunión mensual. Hendler destaca dos experiencias de esa lectura compartida: "Yo había leído el primer tomo a principios de los 90 y la novela era el libro a secas. Diez años después, Internet cambió la perspectiva y el modo de leer. Proust menciona cuadros, lugares, personajes políticos... Basta poner alguna de estas referencias en un buscador para ver el cuadro mencionado, seguir la ruta de Combray y tener todo tipo de datos adicionales al libro". El otro apunte se vincula con las diferentes versiones de la obra: "Cuando empezamos a leer la novela, comenzaron a aparecer en Buenos Aires distintas traducciones. Cada uno escogía la suya y podíamos cotejar versiones, algo poco frecuente cuando se lee a solas". El grupo sigue su marcha, releyendo. Se lo puede contactar en: proustianos2005@yahoo.com.ar

En cultura, se sabe, se miente bastante: a nadie le gusta pasar por "inculto", más allá de lo que esto signifique. De allí que en ocasiones las respuestas a las encuestas deriven en verdaderos acertijos. La Fundación el Libro, organizadora de la Feria, realizó una el año pasado entre los concurrentes a la muestra. Ocho de cada diez entrevistados se consideraron lectores; sin embargo, el 63% sostuvo que no lee por falta de tiempo y el 33% ... ¡que no lee porque le aburre! Marta Díaz, directora de la Feria matiza estos números: "Llegan públicos muy diferentes, no hay un solo tipo de lector. Está el visitante habitual que sabe qué busca y también hay mucho público de fin de semana, gente que a lo mejor no visita librerías durante el año, pero que en la feria se siente arropada y revuelve, mira, aprende que el libro no es algo de temer. Ese acercamiento es paulatino y tratamos de fomentarlo con la presencia de escritores y actividades culturales. Para nosotros la feria es cada vez más una fiesta del descubrimiento de la lectura."

Una mirada transatlántica pone en perspectiva los datos argentinos. Aunque lejos del altísimo índice de lectura de los suecos (71,8% de la población) y distantes también de los finlandeses (66,2%), la Argentina no está tan mal si la comparación es con Alemania (49,8%) o con España, que acaba de medir un 55% de lectores entre sus habitantes.

Quienes dicen leer pero no recuerdan el nombre de ningún autor (casi el 62% de los lectores argentinos), no necesariamente faltan a la verdad: "Esa pregunta pone a prueba al que contesta en su relación con la literatura. Les encantaría poder nombrar a un escritor. Lo que sucede es que leen por reflejo cultural de otras épocas en las que el placer de la lectura estaba más a flor de piel, pero no son necesariamente lectores intelectuales que escogen a Houellebecq como autor de cabecera. Hay mucha gente que lee novelones, grandes lectores populares que leen todo lo que les cae en las manos. Disfrutan del acto de leer pero sin tener con el libro una relación sagrada", apunta Quevedo.

Esa pasión buscó distintas alternativas para sortear la debacle económica y su consecuencia en los anaqueles: un aumento del precio de los libros entre el 16 y el 20% desde fines de 2001, según la Cámara del Libro. Rolando Barbano fue uno de los libreros independientes de Palermo que apeló a la imaginación cuando las ventas comenzaron a bajar: en Macondo, su librería, organizó un plan canje de libros (uno lleva el suyo, lo tasan y lo cambia por cualquier otro, nuevo o usado) y una biblioteca circulante. "La biblioteca tiene ya 129 socios que pagan una cuota mensual de $10 y cuentan con 1.000 títulos a su disposición. Para muchos es una alternativa no sólo para seguir leyendo, sino también para diversificar sus lecturas y animarse con géneros que antes no frecuentaban, algo que cuesta más cuando hay que comprar un libro."


Poco ratón de biblioteca

Una de las anécdotas que nutren la mitología de los lectores nació en Cuba, donde desde el siglo XIX se hizo costumbre acompañar la rutinaria tarea de los torcedores de tabaco con la voz de un lector profesional. Así ganó su nombre el Montecristo, un habano/homenaje a la novela más pedida por los trabajadores: El conde de Montecristo convirtió a Alejandro Dumas en el autor favorito de los tabacales.

Si uno no tiene quien le lea ni dinero para comprar un libro, las bibliotecas son una alternativa interesante. En la Argentina, sin embargo, la concurrencia se ubica a nivel nacional en torno al 28% (incluyéndose en el porcentaje todo tipo de salas de lectura) y cae en picada si la lupa se pone sobre las 26 bibliotecas municipales de la ciudad de Buenos Aires, que sólo son usadas por un 4% de los lectores. Juan Manuel Marzullo, coordinador de Agentes Culturales de la Dirección del Libro, admite que "la cantidad de gente que asiste a las bibliotecas municipales es históricamente baja".¿Por qué? "Hay varios diagnósticos; uno de ellos es que la tendencia a la lectura decae", afirma, "pero el que más nos cierra es la falta de conocimiento: la gente no sabe que puede asociarse en forma gratuita".Otro pueden ser los resabios de una gran burocracia: hoy para asociarse a una biblioteca municipal y poder retirar libros de ella el interesado debe concurrir con su DNI, una boleta de algún servicio que dé cuenta de su domicilio y ser acompañado por un fiador, que viva en otra dirección, que presente los mismos documentos y que se comprometa a responder por el socio si no devuelve algún texto. Más de un lector sucumbe en el intento. "Sabemos que pagan justos por pecadores, pero es una cuestión cultural. Cuando eliminamos la necesidad del fiador, de esta biblioteca se robaron en un año 2.103 libros", explica una de las bibliotecarias de la Carlos Guido y Spano, que tiene un fondo de 17.440 volúmenes y, en cuya sala de lectura, sólo había cuatro personas al momento de esta charla.

Es más la necesidad que el placer lo que lleva hoy a los lectores a las bibliotecas, visitadas esencialmente por estudiantes. Horacio González, subdirector de la Biblioteca Nacional, a la que asisten unos 600 lectores por día, reconoce que "en relación con años anteriores, la cantidad de consultantes ha bajado enormemente". En la época de Sbarra Mitre (1997-1999) había unas 2.000 visitas por día que González explica por la "fuerte publicidad orientada a atraer al lector". Los lectores actuales se concentran, dice, en cuatro grupos: lectores de quincallería o best sellers, lectores pedagógicos (estudiantes), lectores autónomos con un proyecto de lectura personal a veces deliciosamente arbitrario y lectores investigadores.

González se entusiasma con el tercer grupo que entiende definitorio de la cultura argentina. Es creativamente anárquico: "Tiene su propio proyecto de lectura, lee rarezas. Es muy emocionante cuando se devuelven al depósito libros raros como Idioma nacional de los argentinos junto a un libro de anatomía o un texto del código penal". "Elevar el nivel de heterogeneidad" de esa concurrencia y "relacionar más creativamente a los grupos de lectores entre sí" es, reconoce, una tarea pendiente de la biblioteca en su afán de formar lectores con espíritu crítico.

Si el programa es leer algo, ocasión y rincones no faltan. Una tendencia que fomentan las cadenas de grandes librerías. Freddy Aballay, encargado de la sucursal de Cúspide del Village Recoleta, afirma que aproximadamente el 40% de las 1.000 personas diarias que visitan en promedio ese local van allí, simplemente, a leer. "Recorren la librería, eligen un libro, ocupan alguna de las mesas del bar o los sillones disponibles... Algunos se pasan la tarde entera", comenta, "y muchas veces, quien no pensaba comprar nada, lo hace". Estas postales se repiten en distintas ciudades como Córdoba y Rosario y en la Patagonia gracias a las sucursales de firmas como El Ateneo y Boutique del Libro.


Alfabetizar cocinando

Hay un lector agazapado en cada uno de nosotros. El escritor cubano Guillermo Cabrera Infante contaba que debía su amor por los libros a un viejo profesor de literatura antigua con una portentosa capacidad para hacer cercanas las historias más remotas. Un buen día compartió con sus alumnos, quinceañeros con más afán de baile que de estudio, la historia de un marinero que tras 10 años de viajes y penurias regresa a su hogar y sólo es reconocido por Argos, su perro. Para Cabrera, que amaba los animales fue definitivo: corrió a buscar la Odisea, no era otro el libro, y selló de por vida su pasión de tinta.

Con un 40% de argentinos bajo la línea de pobreza y las restricciones que esto supone en términos de educación, distribución del ingreso y acceso a bienes culturales, no es descabellado que medio país no lea. Los libros pueden ser, sin embargo, no una consecuencia de sino un instrumento para la reinclusión.Susana Fiorito, alma máter de la Biblioteca Popular de Bella Vista, un barrio obrero de Córdoba, sostiene que leer fortalece el sentido de pertenencia y es una reserva de dignidad. La biblioteca que creó en 1990 junto a su marido el escritor Andrés Rivera es un homenaje a Pedro Milesi, el dirigente obrero que fundó decenas de ellas en la pampa gringa. Allí los libros son el corazón de una actividad que conjuga talleres, cursos y formación de oficios. "Los primeros en entrar fueron los chicos y lo hicieron por las ventanas, que entonces no tenían rejas", cuenta Fiorito. La crisis ha cambiado eso, pero incluso en la escasez se le reconoce al libro un valor de refugio. "Los jóvenes de 18 o más años que salen a 'hacerse un cuero' (robar una cartera) o 'hacerse una soga' (robar la ropa tendida) respetan la biblioteca porque a ella vienen a estudiar sus hermanitos y porque aquí lo hicieron ellos", relata. A los grandes les costó más llegar y el camino fue mostrar la relación entre los libros y la vida. "El primer taller de alfabetización de adultos se hizo a partir de libros de cocina y surgió como inquietud de las mujeres del taller de tejido que se intercambiaban recetas para hacer pan." La gente comenzó a pedir libros que se vincularan con su realidad. Hoy el 50% de lo que se lee allí son textos escolares y la otra mitad se divide entre la ficción y los libros de manualidades y oficios. La biblioteca tiene 18.600 libros y la visitan 2.000 personas al año.

La falta de interés por la lectura no es achacable a la última crisis. En marzo de 2001, una encuesta del Ministerio de Educación, mostraba ya que el 50% de la población tenía "poco o ningún interés por los libros". El estudio revelaba, además, que la mitad de los argentinos tenía menos de 50 libros en su casa. El 60% de los encuestados no había comprado ni un solo libro en el último año. "No contamos con estadísticas precisas de los años 60, 70 u 80", dice Hugo Levín, editor y presidente de la Cámara Argentina del Libro. "Pero la percepción que tenemos quienes participamos de la actividad en esos años es que la lectura era central en la vida cotidiana. Las charlas, las polémicas que se desataban a partir de libros, la fama de los escritores nos hacían sentir en el centro de la escena."

La industria del libro repunta. El año pasado se publicaron entre novedades y reimpresiones 18.505 títulos, un 31,30% más que en 2003 aunque, aclaran en la Cámara, no se ha llegado aún a la producción de ejemplares que tenían antes de la devaluación. Levín compara las situaciones de España y la Argentina, dos países con aproximadamente la misma cantidad de habitantes y con índices de lectura semejantes que, sin embargo, presentan notorias diferencias de producción. Argentina publica 16.000 novedades al año, España roza las 65.000. "Una explicación que salta a la vista es la comparación del PBI por habitante de España y el nuestro", dice. Los españoles ganan más e invierten más en libros. Otro dato es que España no produce sólo para su mercado interno sino para toda el área idiomática. La estrategia en el mediano plazo es "recolocar a la Argentina como proveedor de libros en castellano" más allá de las fronteras. Proyecto en el que la literatura infantil (el 5% de la producción total de 2004) corre con ventaja por la calidad de los autores e ilustradores del género.


El libro amigo

En su libro El coloquio de los lectores el historiador de la cultura Robert Darnton cuenta cómo a partir del análisis de pinturas y grabados algunos expertos sostienen que hace doscientos años varió la relación física de los lectores con los libros. Antes del siglo XIX las pinturas muestran libros sostenidos entre las manos o sobre las rodillas del lector. Después del año 1800, en cambio, el libro aparece sobre la mesa y los lectores reclinados sobre ella o recargados sobre el codo. Hay quienes denuncian cierta "pérdida de sensualidad" ante el cambio de postura, pero en ese feliz despatarrarse, las imágenes evidencian la incorporación definitiva del libro al universo cotidiano: dejó de ser un objeto venerable para convertirse en un amigo.

En la Argentina esa familiaridad nacía tradicionalmente en la escuela, una institución a la que apuntaron todas las voces consultadas por haber resignado —afirman— su responsabilidad en la formación de nuevos lectores. "La mitad de los chicos que llega hoy al polimodal lo hace sin haber leído nunca un libro completo. Pueden mencionar autores y libros, esbozar el argumento, replicar lo que han leído en fotocopias, nada más", asegura la escritora Angela Pradelli, actualmente profesora de literatura en Turdera, provincia de Buenos Aires. Leer requiere entrenamiento y promover sólo lecturas sencillas —una "moda" que descartó, por ejemplo, al Quijote "por arduo" cuenta la escritora— da por tierra con ese esfuerzo imprescindible. La gran esperanza siguen siendo los grandes escritores: "Horacio Quiroga les gusta mucho porque toca una cuerda de crueldad con gran simpleza, y eso les fascina. Cortázar los atrae por su vitalidad y por la capacidad de plantear la coexistencia de mundos diversos y a García Márquez lo rescatan por su maravilloso uso del lenguaje". Pradelli, para quien mucho de esta realidad es achacable a la fallida Reforma Educativa vigente desde hace 11 años, sincera un abandono del libro previo al de los chicos: "Muchos docentes han dejado de leer y no llevan la lectura a la escuela. Nadie discute que leer es bueno. Pero en la práctica es difícil hallar profesores que vayan más allá de los programas de lectura obligatoria".

En el Estado se entiende que el índice actual de lectura es bajo y se han anunciado recientemente algunas inciativas: el Ministerio de Educación invertirá 100 millones de pesos para dotar a las escuelas de material bibliográfico y adelanta para mayo una nueva campaña masiva de reparto de textos en las canchas de fútbol. "La idea es ir a buscar al lector a lugares no convencionales, como ya lo hemos hecho en estaciones de micros, playas, canchas, salas de espera... El objetivo: reinstalar el libro como compañía", explica Margarita Eggers Lan, coordinadora de Campañas de Lectura. El gobierno de la ciudad de Buenos Aires, por su parte, anunció hace menos de un mes una batería de medidas: subsidios a editoriales independientes y donaciones a bibliotecas populares integran el programa. Pero el desafío es de tiro largo. "El de la lectura es un hábito complejo. El acceso al libro no hace al lector. Lo que hace al lector es estar incorporado a un sistema cultural en el cual la lectura tenga una connotación de placer que te lleve a leer más allá de que te obliguen a hacerlo. La recuperación de la lectura tiene que ver con la de otras instituciones y de un proyecto de inclusión", sintetiza Quevedo."¿Quiere educar a un lector? Nunca niegue un cuento", receta Susana Fiorito. "Lo importante es que la lectura se asocie con una voz querida y querible". Quien acerca un libro regala siempre "placer y la posibilidad de comprender la otredad", dice Pradelli.

Cada lector tiene sus razones y todas valen. Para Michael Berg, el joven protagonista de la novela El lector, del alemán Bernhard Schlink (por cierto, uno de los invitados a la Feria de este año), leer es un pasaporte al erotismo y, luego, a una verdad tan quemante como necesaria. Lectura, duchas y amor forjan la rutina impuesta por Hannah, la mujer mayor con quien mantiene el romance que cambiará su vida. Hay, no obstante, otros motores. "El libro libera" es una leyenda que perdura sobre la puerta de entrada de algunas escuelas normales edificadas a principios del siglo XX en la Argentina. Leer para conocer más y más hondo; para abrirse al mundo y poder contarlo; para no adocenarse en el rebaño y ser más libres (y más exigentes) creativa, política y ciudadanamente. Construir un público lector, señala Beatriz Sarlo en El imperio de los sentimientos, "es una de las operaciones más complicadas de la cultura moderna". Construir un país, un desafío colectivo. Van de la mano. Perdimos un siglo. Que no se nos vaya también este tren.


Colaboró en las entrevistas de este artículo Carlos Maslaton.

Ñ

viernes, abril 15, 2005

La crisis exportada

Roberto Lavagna, un hombre de procedencia duhaldista, y Néstor Kirchner, un kirchnerista de la primera hora, tendrán sus pequeñas diferencias, pero los dos concuerdan en una cosa. Políticos avezados, saben que les conviene hacer creer que la gran crisis psicosocioeconómica argentina que dista de haber culminado tiene más que ver con la relación del país con el resto del mundo que con lo que sucede puertas adentro. Las ventajas de dicho enfoque son evidentes, no sólo porque para cierto tipo de personaje sentirse responsable de algo es muy pero muy antipático. Además de garantizarles a Lavagna y Kirchner una serie interminable de conflictos con el FMI, acreedores indignados y funcionarios de países exóticos en los que pueden figurar como los defensores heroicos del interés patrio contra canallescas hordas extranjeras, les ha permitido continuar enriqueciendo a una minoría influyente a costa de la mayoría abrumadora de los habitantes del país sin que a nadie se le haya ocurrido protestar.
Si nos atenemos a los hechos tal y como los registra el Indec, toda la palabrería progresista de los años últimos ha servido como una espesa pantalla de humo detrás de la cual los peronistas que desplazaron al radical Fernando de la Rúa se las han ingeniado para instrumentar la mayor transferencia de recursos en favor de los ya más afortunados que recuerda la historia del país. En comparación con ellos, los militares y los menemistas fueron igualitarios fanáticos. Aunque el producto bruto nacional se aproxima al nivel alcanzado en los años noventa, la proporción de pobres e indigentes se ha duplicado o más, lo que quiere decir que el reparto actual es espectacularmente menos equitativo de lo que fue antes de la caída hace ya casi tres años y medio de lo que aún quedaba de la Alianza.

Puede que ni Lavagna ni Kirchner se hayan propuesto acelerar la latinoamericanización de la Argentina, pero sucede que, lo mismo que el caudillo bonaerense Eduardo Duhalde, los dos son productos de una clase media que está tan acostumbrada a medir su propio consumo según pautas primermundistas que a sus integrantes les cuesta entender que conforme a las locales son personas muy privilegiadas. A juicio de Lavagna, lo que es bueno para los productivos bonaerenses es bueno para el conjunto, de ahí su apego obstinado al dólar recontraalto y a los salarios bajísimos. A aquel de Kirchner, importan decididamente más que la realidad desoladora de un país en que aumenta mes tras mes la cantidad de excluidos de por vida las teorías de moda de parte de la intelectualidad burguesa urbana, estamento que es ducho en el arte útil de reivindicar sus conquistas sectoriales, como el supuesto derecho a una educación universitaria baratísima, jurando que benefician a los más pobres.

Ya que la defensa del statu quo de la mini-Argentina de los incluidos le es prioritaria, Lavagna aprovechó la reunión del Banco Interamericano de Desarrollo en la isla japonesa de Okinawa para ensañarse con su homólogo nipón, Sadakazu Tanigaki, que con franqueza poco común en tales encuentros dijo que en su opinión, la que es compartida por casi todos en el exterior, la "reestructuración" de la deuda en default se vio caracterizada por la mala fe del gobierno argentino que en verdad no negoció nada con nadie. Según Lavagna, la mala fe fue de los bancos japoneses que debieron haber advertido a sus clientes de lo riesgoso que les sería comprar bonos argentinos. Tiene razón Lavagna, pero acaso sería mejor que intentara convencer a los banqueros de que los títulos nacionales no siempre son basura.

Se trata de la clase de intercambio de lindezas que asegura al ministro el aplauso de la hinchada pero que demorará aún más el día en que la Argentina comience a recibir las inversiones en gran escala que necesita. Demás está decir que los más perjudicados serán los pobres que, sin saberlo, constituyen la carne de cañón que el gobierno sacrificará sin pensarlo dos veces a cambio de lo que tomará por un nuevo triunfo mediático.

Con todo, si bien Lavagna finalmente dio a entender que podría abandonar la ficción de que sea posible olvidarse de los veinte mil millones de dólares que se deben a los bonistas que no aceptaron la draconiana oferta gubernamental, su jefe, más impetuoso y muy orgulloso de su imagen como el mandatario más duro del planeta, dijo que mientras esté en la Casa Rosada no se reabrirá el canje. Por lo tanto, es de prever que la lucha de Kirchner contra el FMI, una institución que como es natural se preocupa por los que optaron por quedarse afuera de la "reestructuración", sea un tema central de la campaña electoral que está cobrando ímpetu. Si las encuestas dejan de sonreírle, podría tratar de conmoverlas rompiendo con una organización que según parece lo obsesiona. Asimismo, ya que al santacruceño no le gustaría brindar la impresión de ceder un ápice ante las presiones y aprietes de los malditos técnicos del español Rodrigo Rato, hasta nuevo aviso no hará ningún esfuerzo por reformar nada, lo que es una pésima noticia para la mitad más pobre de la población del país.

Otra mala noticia es la inflación. Lo que para los progres acomodados es sólo una estadística molesta, cuando no un cuco neoliberal, para los pobres es un enemigo insidioso e implacable que hambrea y desmoraliza al sacar subrepticiamente el dinero de sus bolsillos raídos para entonces depositarlo en las cuentas bancarias de los menos necesitados. Mantener a la inflación a raya, pues, es fundamental para cualquier gobierno comprometido con la justicia social, pero con la campaña proselitista ya en marcha sorprendería que Kirchner se resistiera a la tentación de congraciarse con sindicalistas, gobernadores provinciales, intendentes y así por el estilo que por su parte le asegurarán que los aportes que reciban serán usados para atenuar la miseria de los de abajo pero que en última instancia contribuirán a hacer aún más ancho el abismo que los separa de los demás.

Ahora bien: ¿Qué haría un gobierno sinceramente interesado en que andando el tiempo la Argentina resultara ser un país un tanto más equitativo? Para comenzar, repatriaría la crisis, reconociendo que por maligno que sea el mundo que efectivamente existe no le será dado cambiarlo por otro. Una vez concretado este giro revolucionario, comprendería que será forzoso impulsar reformas "estructurales" para frenar la redistribución regresiva de los recursos, un proceso perverso que suele intensificarse en épocas signadas por el populismo en las que dirigentes ya adinerados toman sus propios intereses por los del pueblo.

Los motores más poderosos de la desigualdad son la irresponsabilidad fiscal que genera inflación, la inseguridad jurídica que perjudica tanto a los débiles como a los inversores sin los que el país no tendrá futuro, la corrupción, los costos de la política que aquí sí son primermundistas, legislación laboral que impide la creación de fuentes de trabajo, el proteccionismo excesivo posibilitado por el peso "competitivo" lavagnista, la ineficiencia a menudo grotesca de una administración pública clientelista y el desprecio generalizado por la educación. Y como si todos estos factores ya no fueran más que suficientes, en los años últimos los populistas eligieron rematar su obra apurando la transferencia de recursos desde los pobres hacia los ricos con su default festivo, la pesificación arbitraria, la destrucción de un sinfín de acuerdos y contratos más una guerra propagandística contra los bonistas argentinos y extranjeros que, para su pesar, cometieron el error imperdonable de confiar en que el Estado argentino cumpliera con su palabra.

En el fondo, son dos las opciones que plantea a los políticos la extrema pobreza en la que está atrapada la mitad del país. Pueden reducirla tomando medidas para que la Argentina se asemeje más a aquellos países, como España e Irlanda, que han sabido dejarla atrás adaptándose a las exigencias de un mundo en vías de globalizarse. O pueden dedicarse a aprovechar la miseria en beneficio propio, imputándola a la hostilidad de sujetos foráneos siniestros que por motivos inconfesables quisieran que la Argentina se hunda de una vez y para todas. Desgraciadamente para veinte millones o más de personas que de otro modo podrían esperar disfrutar un día de un nivel de vida equiparable con el de sus contemporáneos en Europa occidental, América del Norte o el Este de Asia, el gobierno de Kirchner, como el de Duhalde, eligió esta segunda alternativa porque le ahorraría la necesidad de enfrentarse con aquellos intereses creados que más teme: los sindicatos, los estatales, la burguesía progresista, los productivos bonaerenses y la mayoría de los miembros de la familia numerosa peronista. l

Por JAMES NEILSON

Noticias

miércoles, abril 13, 2005

Hawking: al origen del Universo se llega "rebobinando la historia"

Dijo que hay que realizar el análisis desde el presente hacia el pasado. También reafirmó que el Cosmos se creó espontáneamente de acuerdo con las leyes de la ciencia y que se expandió con rapidez.

Juan Carlos Algañaraz. MADRID. CORRESPONSAL

El famoso científico británico Stephen Hawking fascinó a una gran audiencia en Oviedo, Asturias, proponiendo analizar el proceso de origen del Universo "rebobinando la historia", es decir no desde el pasado hacia el futuro sino "desde el presente hacia el pasado". Esta tesis, brillantemente explicada por Hawking, rebautizó el título de su conferencia, anunciada como La naturaleza de la realidad, y después, más precisamente, enunciada como Yendo atrás en la historia.Hawking pronunció su conferencia en el imponente marco del Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo en el acto central de conmemoración del 25º aniversario de la creación de los Premios Príncipe de Asturias, que en 1989 le fue concedido justamente al astrofísico británico.La ceremonia fue presidida por don Felipe de Borbón y su esposa, Letizia Ortiz, quienes departieron por la mañana con el científico, acompañado de su esposa. Hawking los obsequió con su nueva obra, Brevísima historia del tiempo, que se publica en español antes que en inglés como una forma de agradecer Hawking a España, donde ha sido distinguido en varias oportunidades y sus libros tienen gran éxito.El científico está postrado en una silla de ruedas hace 40 años y se comunica gracias a un sistema informático de elección de palabras y lectura de voz que él mismo diseñó.La conferencia fue previamente grabada y fue seguida con mucha atención por un público de personalidades de la cultura y del mundo científico.En realidad, Hawking volvió a entretejer sus explicaciones sobre el origen del Universo con el tema del tiempo. "El tiempo es un torrente incesante que se lleva todos nuestros sueños", citó.Un párrafo final de resumen señaló que "enfocar la cosmología del pasado hacia el futuro, de manera que la historia del Universo transcurra hacia adelante en el tiempo, sería apropiada si supiéramos que el Universo tuvo en el pasado una cierta forma particular". Añadió que "sin embargo, en ausencia de ese conocimiento es mejor trabajar del presente hacia el pasado, retrotrayendo desde el estado actual las historias que contribuyen a la visión integral del camino".El astrofísico insistió en otras de sus ideas, al decir que el Universo no tiene una historia objetiva independiente del observador. Por eso, Hawking acepta que el Universo tiene muchas historias alternativas. "Hay historias en las que el Universo se colapsa tras una existencia muy breve, o en que tiene once dimensiones", lo cual —aclaró— quizá sea posible, "pero sabemos que vivimos en cuatro".Afirmó a continuación que "según la filosofía positivista, el conjunto de historias que conducen a un estado con un espacio interno dado define un modelo matemático consistente. Hay un modelo para cada espacio interno, y por lo tanto un número muy elevado de universos posibles".El científico admitió que "estos resultados constituyen una decepción para los que esperaban que la teoría última predijera la física que conocemos. No podemos predecir caracteres discretos como el número de dimensiones extensas del Universo o el espacio interno que determina las magnitudes físicas que observamos, sino que usamos éstos para seleccionar las historias que contribuyen a la suma. Parece que existe un amplio panorama de espacios internos admisibles", explicó.Sobre el origen fundamental de la creación, Hawking se mostró contrario a las interpretaciones religiosas. Citó incluso un diálogo de Napoleón con el gran científico francés Marqués de Laplace, quien formuló el principio del determinismo científico. "¿Qué papel ocupa Dios?", preguntó el emperador. Laplace respondió secamente: "Señor, no he necesitado de esa hipótesis."Más concretamente, Hawking recordó que ya en 1983 estaba propuesta una "condición inicial para el Universo. Según ella, éste habría aparecido de la nada, como las burbujas de vapor aparecen espontáneamente en agua hirviendo". Esta condición inicial se denomina de "ausencia de fronteras, porque implica que el Universo fue creado espontáneamente de acuerdo con las leyes de la ciencia y se expandió rápidamente".El científico indicó que de aceptarse esta condición de ausencia de fronteras "nos vemos conducidos a una visión profundamente diferente de la historia y de la relación causa y efecto. Según ella, no deberíamos seguir la historia del Universo de abajo a arriba, de pasado a futuro, porque ello supone que existe una sola historia con un punto inicial y una evolución bien definidas. Más bien deberíamos trazar las historias del presente hacia el pasado".
Clarín.

martes, abril 12, 2005

Frenan la polémica ley para controlar a usuarios de Internet

Kirchner ordenó derogar el decreto que la reglamenta. "El objetivo fue controlar el tráfico pero no el contenido", aseguró el jefe de Gabinete. La norma había despertado un enérgico rechazo.


Desde Alemania, el presidente Néstor Kirchner ordenó esta mañana suspender el decreto que reglamenta una polémica ley que obliga a los proveedores de Internet a almacenar durante diez años datos de sus clientes, por si la SIDE se lo pide a la Justicia.

La decisión presidencial fue confirmada pasado el mediodía por el jefe de Gabinete Alberto Fernández. "El objetivo fue controlar los tráficos y no el contenido", aseguró durante una conferencia de prensa. La norma había generado un enérgico rechazo desde todos los sectores por la amenaza que supone para los derechos civiles.

"Ni la ley ni el decreto suponían conocer los contenidos de los llamados, los emails o los chats", indicó el jefe de Gabinete. "Obviamente, el Gobierno no tenía esa intención al reglamentar la norma, por cuanto está absolutamente comprometido con el respeto a los derechos de las personas", aclaró.

El decreto derogatorio, según precisó Alberto Fernández, será firmado la semana que viene, una vez que el presidente Kirchner regrese al país.

La polémica había estallado tras una nota publicada el domingo en Página 12. De acuerdo con la norma, quedarán archivados en registros privados los sitios visitados y los contenidos del correo electrónico y chats de los usuarios, información que puede pasar a manos de los servicios secretos del Estado si media una orden judicial.

Esta mañana, tanto legisladores como constitucionalistas volvieron a criticar duramente la ley, aprobada sin debate a fines de 2003 y reglamentada el 9 de noviembre de 2004, por lo que tendría que empezar a regir a partir del 1º de julio (Edición impresa).

"Es una violación del derecho a la intimidad, es un allanamiento sin orden judicial que lo justifique. Los organismos técnicos y legales del Gobierno tuvieron todo un año para analizar la ley. Pero en todo caso, lo que hicieron fue hacer más represiva la norma...", volvió a afirmar el constitucionalista Daniel Sabsay en declaraciones televisivas.

"Esta norma da vuelta el principio de presunción de inocencia. Ahora somos todos culpables hasta que se demuestre lo contrario. Me parece realmente muy perverso... Estas leyes son tratadas dentro en un paquete de fin de año y sobre tablas", completó Sabsay.

Cuando se aprobó, la ley fue presentada con un título que se refería solo a las comunicaciones móviles, como una ayuda para investigar los secuestros extorsivos para los que se usaban teléfonos celulares. Pero después, tras la intervención del ex ministro Gustavo Beliz y del secretario de Seguridad Norberto Quantín, se extendió a todo tipo de comunicaciones.

"La discusión era que los proveedores de servicios de telefonía celular debían informar en forma inmediata sobre las llamadas que tengan que ver con secuestros o con llamadas que se vienen siguiendo. Estamos hablando de noviembre de 2003", explicó la diputada Gracia María Jaroslavsky (UCR) sobre la aprobación de la ley en declaraciones a Radio Mitre.

"Esta es una herramienta que tiene el Estado para garantizar la seguridad de las personas. El tema es que el Estado distorsione estos instrumentos. No es que por ley el Estado esta obligado a espiar los mails”, indicó la legisladora.

Clarín.


¡Qué curioso que ahora el gobierno quiera derogar un decreto reglamentario que firmó hace poco! No sólo que en su momento no vetaron la ley sino que además la reglamentaron sin oponer objeción... Una duda: ¿Por qué muchos medios hablaron sólo de la ley y no del decreto presidencial? ¿Acaso intentaron diluir en la abstracción del congreso la responsabilidad por tamaño atropello jurídico compartido con el Poder Ejecutivo? Y hablando de todo un poco... ¿qué será de la ley de acceso libre a la información pública del Estado?


lunes, abril 11, 2005

Polémica por un viejo plan para espiar charlas por teléfono e Internet

El jurista Daniel Sabsay, dijo que la ley, que entraría en vigencia en julio, violaría el art. 14 de la Constitución Nacional.

El reconocido jurista Daniel Sabsay criticó hoy el decreto 1.563 de 2004 mediante el cual se obligará a las empresas de telecomunicaciones a grabar y guardar por diez años todas las conversaciones de telefonía fija y móvil, así como también las comunicaciones que se establezcan por correo electrónico y chat por entender que viola la presunción de inocencia y la privacidad.

“No encuentro cuál es la fundamentación para la reglamentación de este decreto, que crea una situación abusiva en la cual todos vamos a estar permanentemente espiados”, agregó hoy Sabsay a Radio Mitre.

Sabsay también consideró que el decreto invierte la presunción de inocencia porque “todos pasaríamos a ser sospechosos” y opinó que el mismo puede ser sujeto a la presentación de amparos y de recursos de habeas data.

El decreto 1.563 fue firmado en 2004 por el presidente Néstor Kirchner, el Jefe de Gabinete Alberto Fernández y el ministro de Planificación e Infraestructura, Julio De Vido y es reglamentario de la ley 25.873, sancionada en diciembre de 2003 para combatir ilícitos cometidos con el uso de las telecomunicaciones.

Según la normativa, las empresas de telecomunicaciones estarán obligadas a realizar inversiones adicionales para grabar las conversaciones que se establezcan vía telefónica e Internet para ayudar a la Justicia y a la SIDE en los seguimientos de secuestros y casos de narcotráfico.

El decreto en cuestión también establece que las empresas deben comenzar a realizar el control sobre la información en julio de este año y que todas las inversiones necesarias deben correr por cuenta exclusiva de las compañías.

Para Sabsay, la puesta en práctica del decreto violaría “la zona de reserva de la intimidad” y equiparó la ley con la “violación del correo”.

“Es como si en su momento el Estado hubiera obligado al Correo a fotocopiar el contenido de las cartas y guardarlas durante diez años”, para mostrársela a las autoridades dijo Sabsay.

Asimismo, el jurista señaló que en caso de aplicarse, el decreto en cuestión generará un “banco de datos gigantesco en manos de los funcionarios públicos, que nadie sabe cómo ni para qué lo van a usar”.

La nueva normativa nació como consecuencia de una de las leyes que el Congreso sancionó a partir de los reclamos de Juan Carlos Blumberg. La ley modificó un artículo de la Ley de Telecomunicaciones, para agilizar el acceso de los organismos de seguridad a los elementos de comunicación de las bandas de secuestradores o narcotraficantes.

En su momento, la Cámara Argentina de Bases de Datos y Servicios en Línea (CABASE), que nuclea a la mayoría de proveedores de servicios de Internet, presentó un recurso de amparo ante la Justicia a mediados de diciembre, solicitando que las erogaciones para los equipos tecnológicos necesarios para grabar la información sean asumidos por el Estado.

Al mismo tiempo, la demanda pedía que la Justicia determine si es constitucional que e las empresas entreguen información a un organismo del Estado que no sea un juzgado, como la SIDE.

Clarín


Este decreto constituye un gravísimo atropello contra derechos individuales como la privacidad. La norma es claramente anticonstitucional y espero que se derogue inmediatamente. Otra prueba más de cómo el reclamo popular por más seguridad puede volverse en contra de todos cuando se hace de manera irracional y de cómo a los poderes constituidos les importa poco el respeto por principios elementales del derecho.

domingo, abril 10, 2005

Universidad: entran diez, pero ocho no se reciben

Gerardo Young, Claudio Savoia y Pablo Calvo.

La emoción de entrar por primera vez a una universidad, con el porvenir en el bolsillo, con el cosquilleo de la duda y todas las preguntas del día después del secundario, se esfuma demasiado pronto en la Argentina. Apenas cuatro de cada diez de esos chicos superan el primer año de estudios. Apenas dos de cada diez llegan a tener el diploma en la mano, tanto en universidades públicas como privadas.

La Universidad de La Plata decidió la semana pasada que los cursos de ingreso para la Facultad de Medicina no debían ponerles freno a los estudiantes y que el ingreso debía ser irrestricto. Esa medida desató una polémica que en realidad pone en evidencia una grave crisis en el sistema universitario, al que asisten hoy casi un millón y medio de estudiantes.

Los exámenes para el ingreso a Medicina de La Plata se habían convertido en una leyenda maldita, porque aprobarlos era casi un milagro y los bochazos eran enorme mayoría. Pero la discusión excede a si ese método es el adecuado para conseguir una educación superior eficiente. En un país donde siempre se sacó pecho por tener universidades libres y gratuitas, la pregunta es ahora cómo sobrevivir en la Universidad sin perderse en el camino. Los especialistas y las estadísticas oficiales consultadas por Clarín ponen el foco en tres de las claves del problema:


Los estudiantes llegan muy mal preparados a la Universidad.


La Universidad funciona aislada del resto del sistema educativo, no está preparada para recibir a los estudiantes, ni ofrece alternativas que no sean las tradicionales y extensas carreras.


Es más difícil para los estudiantes con escasos recursos económicos solventar las dificultades y llegar al codiciado título. Dejó de ser un pasaporte de ascenso social.

Una de las variables que mejor definen la eficiencia de las universidades en el mundo es la tasa de egreso. Esto es, el porcentaje de alumnos que llega al final del ciclo y consigue su diploma.

En la Argentina, esa tasa es de entre el 18 y el 20 por ciento. Según la última estadística del Sistema de Información Universitaria —que hace 5 años empezó a medir este índice—, en el 2003 se matricularon en el sistema universitario, en el público y en el privado, 369 mil estudiantes. Pero egresaron sólo 74 mil, apenas el 20%. Es decir que ocho de cada diez quedaron en el camino.

El secretario de Políticas Universitarias del Gobierno, Juan Carlos Pugliese, admite que la tasa de egreso de Argentina es muy baja, inferior a las de Brasil o Chile, y que ocurre porque se practica "un darwinismo social" en el que sólo triunfan los que tuvieron una buena secundaria. "Por eso preferimos que la selección de los estudiantes no se haga en la puerta de la Universidad, sino que depende del esfuerzo de los estudiantes ya dentro de la Universidad", dice Pugliese.

Las comparaciones son contundentes. En Colombia llegan a la Universidad la mitad de estudiantes que en la Argentina, pero se reciben la misma cantidad o más —79 mil por año—, de acuerdo a un estudio elaborado en el 2003 por el investigador Marcelo Becerra para el Banco Mundial. En Chile, egresan 38 mil al año, pero con un tercio menos de inscriptos. Es decir que esos países tienen tasas de egreso de entre el 30 y el 40 por ciento. Es cierto que allí las universidades funcionan con cupos y hacen su "filtro" antes del ingreso.

"La Universidad argentina es hoy una máquina de producir desertores", sostiene Adriana Puiggrós, especialista en educación e investigadora del Conicet. Puiggrós dice que la Argentina "está atrasada en la forma de acreditar los saberes" y propone una profunda reforma para que los estudiantes no se vean obligados a abandonar la carrera "por la distancia en la que se ubica la meta". Según un estudio elaborado por la Secretaría de Políticas Universitarias, en promedio un estudiante argentino tarda 7,7 años en recibirse. "Lo mejor sería certificar tramos, acortar las licenciaturas a un promedio de cuatro años y luego completarlas con maestrías y posgrados. Eso funciona bien en Canadá. Una persona que hizo ocho materias figura como desertor, pero está más capacitado que alguien que no las hizo", sigue Puiggrós.

La investigación de Becerra que publicó el Banco Mundial fue la fuente de ese organismo para cuestionar al sistema universitario argentino. El Banco Mundial sostiene que las universidades no son equitativas como se presume y se dice a los cuatro vientos. Y se apoya en un dato: de los que llegan a la Universidad, apenas un 5 por ciento integran la quinta parte más pobre de la sociedad.

¿Es la Universidad, aun siendo pública, un privilegio para los que más tienen? El índice de inscriptos, según reconocen todos los especialistas, es tan alto como el de los países europeos. En el 2003 —último dato disponible— había en el país 1.493.556 estudiantes universitarios y más del 85 por ciento estaban en universidades públicas. El Ministerio de Educación sostiene que la tasa de matriculación es "muy buena", ya que representa al 27,7 por ciento del total de los jóvenes que tiene entre 18 y 24 años.

Pero a ese dato que refleja la masividad de la Universidad, le sigue otro preocupante. Los que alcanzan a recibirse, ese pequeño veinte por ciento, son los que más recursos tienen: seis de cada diez recibidos en la UBA son hijos de egresados, es decir, hijos de profesionales. Aquel viejo sueño de los inmigrantes de ver a "m'hijo el dotor", vuelve entonces a ser una quimera.

La pregunta que se hacen todos los especialistas e investigadores es cómo hacer para evitar tantos "expulsados" del sistema. Una de las soluciones se encontraría, coinciden todos, en lograr una mejor conexión de la Universidad con la sociedad.

Según Inés Dussel, coordinadora del Area de Educación de FLACSO, la polémica de La Plata —donde la Universidad se opuso al sistema de ingreso de una de sus facultades—, abre una discusión indispensable sobre la autonomía que deben tener o no universidades y facultades. Desde 1918, todas las universidades —actualmente hay 99— tienen potestad para decidir sus políticas. Pero eso es ahora cuestionado por distintos sectores: "Es importante pensar la Universidad en el marco de las políticas públicas de educación y no de manera aislada", dice Dussel. Para ella, los exámenes de ingreso sólo sirven "para sancionar la exclusión" de los estudiantes que llegan peor preparados, que fueron a un secundario de peor nivel.

Los cuestionamientos a la autonomía universitaria apuntan que su "aislamiento" impide vincular sus programas de estudios con los del colegio secundario, que es, en definitiva, de donde salen sus estudiantes. En esa línea apunta el plan oficial del Ministerio de Educación. En el último año, dice el secretario Pugliese, el ministerio ha hecho acuerdos con 29 universidades e institutos terciarios para que dicten a los aspirantes ciclos iniciales de estudios, para así "procesar una articulación entre el nivel medio y la Universidad". Una especie de pequeño CBC (Ciclo Básico Común) como el que existe en la Universidad de Buenos Aires desde 1985 (ver página 37).

"El problema es esa transición. Hay muchísimos chicos que llegan sin haber nivelado conocimientos, sin haber sido preparados para la Universidad", se suma Avelino Porto, presidente de la Academia Nacional de Educación y rector de la privada Universidad de Belgrano. Porto se queja puntualmente del último año del secundario, al que llama "el año festivo" en el que "sólo se piensa en el viaje de egresados".

El diagnóstico es claro. Con examen o sin examen de ingreso, pasar del secundario a la Universidad es un golpe demasiado duro. Seis de cada diez no llegan ni siquiera al segundo año, dicen las estadísticas de la Secretaría de Políticas Universitarias.

¿Qué hace el Congreso Nacional en medio de esta crisis?

El diputado de centroderecha Guillermo Cantini, de la Comisión de Educación, advierte que el Congreso "tiene un papel decorativo" en la discusión. "Sólo se discuten salarios docentes, pero no se tratan cuestiones importantes como el ingreso a la facultad". Ese silencio podría explicarse en que existe un fuerte consenso. Pero no es así. Para Cantini, "el mejor sistema de ingreso a la Universidad es mediante cupos por conocimientos" y cree que los alumnos "podrían hacer un mínimo aporte" económico a la Universidad. En las antípodas está Marta Maffei, diputada del ARI: "Argentina se convirtió en la fábrica de pobres más formidable de América latina y la educación perdió su norte acosada por la necesidad. La Universidad tiene que ser exigente, pero una vez que el estudiante ya ingresó".

La Universidad, está visto, debe aprobar un nuevo examen.


Clarín

sábado, abril 09, 2005

Por quiénes doblan las campanas

Ya antes de que Karol Wojtyla dejara este valle de lágrimas, se puso en marcha una competencia internacional entre católicos, protestantes, judíos, musulmanes, budistas, agnósticos y hasta ateos para ver quién podría formular el tributo más sentido al hombre que fue mejor conocido como Juan Pablo II. El consenso, que se vio ratificado por la convergencia de docenas de presidentes, primeros ministros y príncipes en Roma para asistir a sus funerales, era que el Papa fue un auténtico gigante, un héroe de dimensiones míticas que además de matar al dragón comunista fue un faro moral para un mundo hundido en el pecado. Se trataba de una despedida multitudinaria que debió mucho a la globalización en su fase actual contra la cual Wojtyla luchó en vano, de un happening celebrado por los medios, incluyendo a los voceros de todo cuanto le pareció lamentable, que, para desazón del presidente Néstor Kirchner y regocijo de sus adversarios, hicieron de "todos a Roma" un mandamiento imperativo.

¿Fueron sinceros los homenajes de tantos individuos que, luego de manifestar su respeto sin límites por la autoridad moral del Santo Padre, se negarían a hacerle caso? En cierto modo. Para muchos es reconfortante suponer que en alguna parte hay alguien cuya sabiduría se inspira en algo más que la razón o a una lectura juiciosa de las encuestas de opinión y, por un par de semanas, Juan Pablo II – mejor dicho, la idea que tienen de Juan Pablo II - encarnará la nostalgia que sienten. Asimismo, atribuir el colapso del Imperio Soviético a nada más que la prédica de un líder religioso es una buena manera de minimizar el aporte de los Estados Unidos y del "capitalismo salvaje". A su modo, quienes piensan así se asemejan a los que tomaron en serio a los sacerdotes budistas del siglo XIII que juraron que los invasores mongoles que trataron de conquistar el Japón no fueron repelidos por los samurai que lucharon contra ellos durante meses sino por un "viento divino" o kamikaze que gracias a sus oraciones les fue enviado desde el más allá.
Ni que decir tiene que la muerte de un Papa tan mediático -los más concuerdan en que fue una superestrella- como Wojtyla ha planteado a la Iglesia Católica un desafío mayúsculo. Su popularidad, acaso magnificada un poco por la memoria pero así y todo indudable, tuvo mucho más que ver con su personalidad avasalladora que con las doctrinas que sin demasiado éxito procuró defender. Es que detrás del esplendor de las exequias y la catarata incesante de tributos está una institución que en Europa occidental, su hogar ancestral, parece moribunda. Hace apenas diez años, el teólogo de cabecera de Wojtyla, el cardenal austriaco Joseph Ratzinger -un papabile, para más señas- afirmó que la Iglesia no tardaría en ser una presencia apenas perceptible en Europa porque, como su jefe sabía muy bien, los europeos modernos no tenían interés en llevar un yugo tan pesado.

Tanto pesimismo se justifica. En algunas comarcas, las mezquitas están más llenas que las iglesias. Es tan apremiante la escasez de curas que países como Francia están importándolos desde África. Para colmo, los pueblos europeos mismos, encabezados por los ex católicos, han optado por extinguirse: hoy en día, las italianas y españolas se conforman con un promedio de "1,2" hijos, la mitad de los necesarios para reemplazar a quienes mueren a una edad cada vez más provecta. La longevidad así supuesta es muy pero muy buena pero, combinada con la falta de niños, ya ha empezado a causar problemas económicos y sociales que andando el tiempo resultarán insuperables.
Así las cosas, la especulación en torno a la posibilidad de que el sucesor de Wojtyla sea un latinoamericano, o quizás un africano, tiene connotaciones que son mucho más significantes de lo que hubiera sido el caso hace sólo treinta o cuarenta años, un lapso muy breve en la vida de la Iglesia. Si los cardenales eligen a un hombre procedente del Tercer Mundo, sería una forma de decir adiós al continente que la Iglesia Católica contribuyó tanto a plasmar, una decisión que, además de corroborar la profecía lúgubre de Ratzinger, presagiaría cambios mucho más profundos que los instrumentados por el naturalmente conservador Papa polaco.
Como jefe de una institución fundada hace casi dos mil años, el próximo Papa, al igual que el recién fallecido, se verá frente a un dilema de hierro. Si trata de modernizar las doctrinas de la Iglesia a fin de adecuarlas a los tiempos confusos, pluralistas, democráticos e hiperpermisivos que corren, no le sería fácil soslayar el peligro que le supondría rendirse al relativismo que es el enemigo mortal de la fe. Si se aferra a las banderas tradicionales, será tomado por un cavernario reacio a salir del Medioevo, cuando no de la antigüedad grecorromana. No obstante su voluntad admirable de eliminar ciertos prejuicios viles, como el supuesto por el antisemitismo, que anidaban desde hace muchos siglos en el catolicismo, Wojtyla eligió defender con tenacidad ejemplar la oposición eclesiástica a la ordenación de sacerdotisas, al divorcio, a los matrimonios unisex, al empleo de medios anticonceptivos artificiales y al aborto en cualquier circunstancia, mereciendo así la hostilidad indignada de feministas, homosexuales y quienes lo acusaron de ser un cómplice del virus del sida y por lo tanto del "genocidio" que está provocando en África.

No le gustaron para nada los tiempos en los que le tocó guiar la Iglesia, y fue en gran medida a su negativa a actualizarse que debió su estrellato porque parecería que ni siquiera los más afortunados – y la mayoría tiene buenos motivos para preferir el presente al pasado - se sienten cómodos. Con todo, aunque el hombre es por lo común un animal religioso y la ausencia de cultos que sean plenamente apropiados para el mundo actual es causa de mucha frustración e irracionalidad, la mayoría de los que se consideraban católicos, y ni hablar de los demás, se limitó a aplaudir el espectáculo brindado por un sumo pontífice que luchaba contra la marea sin por eso sentirse constreñida a obedecer sus órdenes.

A menos que un teólogo severo como Ratzinger resulte ser el elegido para suceder a Wojtyla, es factible que por motivos humanitarios el próximo Papa sea más flexible, menos dogmático, que el polaco, pero en tal caso tendría que obrar con mucha cautela. Por cierto, aunque una Iglesia progresista se vería festejada por su amplitud de miras por los tentados por la religiosidad light, no sobreviviría mucho tiempo si se preocupara principalmente por las necesidades materiales de los pobres y emitiera periódicamente declaraciones en las que denunciaría las iniquidades del capitalismo sin molestar a los fieles advirtiéndoles que sus errores podrían condenarlos al infierno. Mal que les pese a los seducidos por el facilismo y por la autocompasión, una institución como la Iglesia Católica tiene forzosamente que ser exigente. Así lo entendió Juan Pablo II. Por razones muy lógicas, el pontífice se negó a prestar atención a los que querían que la Iglesia se hiciera más "democrática", como si la verdad pudiera ser decidida por una votación. En la Argentina cada persona, sobre todo si es un político, se cree con derecho a atesorar su "verdad" particular, pero ninguna institución que pretende trascender el tiempo y por lo tanto derrotar la muerte puede hacer de la tolerancia infinita un principio fundamental.

Según los vaticanólogos, no es muy probable que el Papa polaco sea sucedido por un latinoamericano, aunque por razones demográficas el centro de gravedad de la Iglesia Católica ya se ha alejado de Europa y bien podría encontrar un refugio en esta parte del mundo. ¿Sería permanente? Siempre y cuando América latina no emule a Europa, podría cobijar por algunos siglos a la Iglesia "universal" hasta que, la tecnología mediante, la ubicación geográfica de la sede de una institución pierda toda importancia. Sin embargo, aunque América latina sigue siendo mayormente católica, el viejo monopolio de la Iglesia se ve amenazado por la proliferación de confesiones evangélicas, las despectivamente llamadas "sectas" de origen a menudo anglosajón, que congenian mejor que el catolicismo con el capitalismo individualista, anárquico, mediático y cambiadizo de nuestro tiempo. Puede que sus doctrinas sean menos elaboradas que las católicas que, al fin y al cabo, son el fruto de muchos siglos de refinamiento, pero su vigor es incuestionable y también lo es su capacidad para formar comunidades genuinas en una época cruelmente signada por rupturas sociales constantes en la que muchos, demasiados, se pierden por completo porque en el fondo no creen en nada. l

Por JAMES NEILSON




viernes, abril 08, 2005

Lo condenan a 9 años de cárcel por enviar correo electrónico no deseado

Por primera vez, un juez de Virginia, Estados Unidos, condenó a nueve años de prisión a un hombre que enviaba spam (correo electrónico no deseado). Sin embargo, la sentencia aún no se hará efectiva porque los abogados defensores apelarán la resolución.

El juez Thomas Horne explicó que decidió postergar la condena a prisión hasta la instancia de apelación porque la ley que condena la distribución de correo basura es reciente y todavía no se aplicó nunca.

Jeremy Jaynes fue condenado luego de que el jurado lo encontrara culpable de enviar al menos 10 millones de e-mails por día. Para ello utilizaba 16 líneas de conexión a internet de banda ancha.

Tras la sentencia, la fiscal de la causa, Lisa Hicks-Thomas, dijo estar conforme con la condena y se mostró confiada en que un segundo tribunal la ratifique. Por su parte, los abogados de Jaynes argumentaron –quienes nunca negaron que su cliente enviara spam- consideraron que condena fue excesiva.

(Fuente: The New York Times)

Clarín.

jueves, abril 07, 2005

Tras las huellas del oro nazi


Luke Harding. THE GUARDIAN. ESPECIAL


Fue la causa de varias expediciones y muertes misteriosas y de muchos libros. Pasados 60 años desde el momento en que oficiales nazis ocultaron cajas de metal en las profundidades del lago Toplitz (en el sur de Austria), se está haciendo ahora un nuevo intento por recuperar el legendario oro perdido del Tercer Reich.

El gobierno austríaco dio autorización a un equipo norteamericano para que realice una expedición hasta el fondo del lago, que está lleno de troncos.

Hay buscadores de tesoros que visitan en gran número el lago Toplitz desde que un grupo de nazis reaccionarios se recluyeron en esta pintoresca región de los Alpes austríacos durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial.

Mientras las tropas de los Estados Unidos se acercaban y Alemania estaba al borde del colapso, los nazis trasladaron las cajas hasta el borde del lago ¿con la ayuda de vehículos militares primero y con carretas tiradas por caballos después¿ y las hundieron allí.

Nadie sabe con exactitud qué había adentro. Algunos creen que en su interior se encuentra el oro que saquearon las tropas alemanas en Europa y llevaron a Alemania. Otros aseguran que contienen documentos que muestran que los activos confiscados a las víctimas judías están escondidos en cuentas de bancos suizos.

La compañía estatal que controla este lago, la Bundesforste AG, firmó un contrato con Norman Scott, un cazador de tesoros norteamericano, que espera resolver el misterio.

En el curso de este mes, Scott dará comienzo a un detallado rastrillaje submarino en este lago de 107 metros de profundidad, a pesar de que hay un profundo escepticismo oficial de que ya no haya nada que encontrar allí.

"Ignoro realmente si hay algo allí abajo, pero queremos resolver este misterio de una vez por todas", aseguró este martes Irwin Klissenbauer, director de la Bundesforste AG.

Klissenbauer indicó que, según el acuerdo ¿que permite al equipo norteamericano bucear en el lugar en los próximos tres años¿, cualquier tesoro que se encuentre se dividirá entre los norteamericanos y el Estado austríaco.

"No cabe duda de que si recuperan algo que tenga un dueño que se pueda identificar, debemos devolverlo, por lo que marca la ley de Austria", agregó.

No es ésta la primera vez que los exploradores intentan recuperar el legendario oro perdido de este lago. En 1947, un buzo de la Marina de los Estados Unidos se enredó con los muchos troncos que están sumergidos allí y se ahogó.

Luego, en 1959, un equipo financiado por la revista alemana "Stern" tuvo más suerte. Logró recuperar 72 millones de libras esterlinas falsificadas que estaban ocultas en las cajas, y una máquina de imprenta. Esas libras, resultó ser, formaban parte de una operación secreta de falsificación, la llamada Operación Bernhard, que había sido autorizada personalmente por Adolfo Hitler para debilitar a la economía británica.

En 1963, el gobierno austríaco impuso una prohibición a las exploraciones después de que otro buzo, conducido hasta este lago por un oficial de las SS, se ahogó durante una inmersión ilegal que realizó. Las expediciones recientes tuvieron éxito algunas veces y en otras oportunidades fracasaron.

En 1983, un biólogo alemán descubrió accidentalmente más libras británicas falsificadas así como numerosos cohetes y misiles de la era nazi que habían estallado en el lago, además de un gusano previamente desconocido. El último equipo de buzos que exploró el lago, en 2000, tuvo menos suerte. Al cabo de tres semanas de búsqueda, con la ayuda de una cápsula submarina para buzos, lo único que encontró fue una caja de latas de cervezas, que al parecer fueron arrojadas al lago por un bromista.

Scott, de 72 años, asegura haber descubierto pistas recientes en archivos de Berlín y Washington que lo condujeron hasta este lugar. Algunos creen que estaría en lo cierto y recuerdan que el fondo del lago Toplitz está cubierto de una gruesa alfombra de troncos. Cualquier tesoro tiene que estar escondido debajo de ellos.

TRADUCCION: Silvia S. Simonetti
Clarín.

domingo, abril 03, 2005

Audaz propuesta de la Iglesia brasileña

El cardenal brasileño Claudio Hummes, obispo que figura en la lista de los papables, declaró ayer que urge una renovación de la Iglesia Católica. Dijo que ésta precisa "adaptarse al mundo moderno" y advirtió que "la Iglesia no puede dar respuestas antiguas a preguntas nuevas". Hummes, arzobispo de San Pablo y franciscano de tendencia progresista, no fue la única voz de la jerarquía eclesiástica que se expresó por la necesidad de cambios en el próximo período papal. Otro encumbrado religioso, el cardenal Geraldo Majella Agnello, arzobispo de Salvador (capital de Bahía) y presidente de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, advirtió en una entrevista con Clarín que si la Iglesia no se compromete a fondo con los que sufren en este mundo globalizado, ella misma "será castigada". Brasil enviará 8 cardenales al cónclave que debe elegir al sucesor de Karol Wojtyla. Pero sólo cuatro de ellos son menores de 80 años y tendrán, por consiguiente, derecho a voto. Es el caso de Hummes y de Majella.Ambos obispos comparten una trayectoria progresista y se han involucrado fuertemente en el combate a la miseria en Brasil. En total sintonía, los dos cardenales brasileños coincidieron en subrayar la "compleja realidad" que enfrentará el próximo jefe de la Iglesia Católica. "Un mundo en transformación muy rápida, con avances acelerados en la ciencia y en la técnica; pero también un mundo que vive en el egoísmo, el individualismo y la falta de fraternidad", describió Majella en la entrevista con esta corresponsal. Para el obispo de Salvador, el "nuevo Papa deberá tener en cuenta esta realidad, pues trae aparejadas serias dificultades para la predicación".El papable Hummes añadió: "El próximo pontificado debe responder al progreso de las ciencias, especialmente las biológicas. Y además tendrá que enfrentar la creciente pobreza."La visión de los exponentes de la Iglesia de Brasil refleja una enorme preocupación por el futuro del mundo y por cómo deberá posicionarse quién se siente en el trono de Pedro: para Majella (de 71 años), el mundo que se avecina es "el de una globalización donde aumenta la concentración de riquezas y poder. Y donde los pobres se volverán todavía más pobres". No hay indicios de que en el mundo "vaya a plantearse una mayor preocupación por el bien común. Todo lo contrario", sostuvo.
«—¿Cómo repercute en la Iglesia Católica?
—Esta situación representa un fuerte obstáculo para que la Iglesia pueda llevar su mensaje.
«—¿Cuáles deben ser las principales líneas de acción en el próximo período papal?
—La Iglesia debe ser un ejemplo de encuentro. Debe mostrarse como clara promotora del entendimiento. Si no defendemos a los que sufren injusticias, la propia Iglesia será castigada.El cardenal Hummes señaló, a su vez, que el próximo pontificado deberá adoptar decisiones transformadoras. Describió las grandes perplejidades que enfrenta el hombre moderno: "Son las ciencias que tratan de lo humano: la biotecnología, la bioética, la biología, las cuestiones de las células madre, del nacimiento, la muerte." Y luego recomendó que la Iglesia "mantenga un contacto fluido y un diálogo serio con esas ciencias, porque van a exigir respuestas nuevas".La postura de los cardenales brasileños abre interrogantes sobre el cónclave. Advierten que la Iglesia está ante un dilema de hierro: o se abre a una perspectiva de renovación, de entendimiento ecuménico y de apertura general para el mundo, o su futuro puede ser "sombrío".
Clarín.