El Universal

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viernes, septiembre 09, 2005

Neilson dixit (IV)

"Por lo general, en las sociedades pobres a la gente les gusta que algunos privilegiados -no demasiados- a su entender representativos disfruten de lujos que le son inaccesibles. Fue por eso que, mientras duró la fiesta, la ostentación de los menemistas no los privó de votos. Por lo demás, no olvidemos que, para desconcierto de sus enemigos, Evita Perón se vio beneficiada por la ropa y joyas costosísimas que le encantaba llevar. Si bien Cristina, un producto cabal de la clase media que existía antes de la caída, no tiene mucho en común con Evita, como ella hace medio siglo comprende que le sería peor que inútil optar por un look resueltamente proletario".

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"Aquí los populistas, tanto los de inclinaciones progresistas como los ubicados a su derecha, se formaron en un mundo en el que virtualmente todo cuanto sucede ha de ser el resultado de una conspiración siniestra. Por esta razón, les interesa mucho más identificar a los presuntos responsables del desastre más reciente que hacer un esfuerzo auténtico por entender lo que está sucediendo en el mundo.
Demás está decir que la propensión premoderna así supuesta ha contribuido enormemente a la gran debacle argentina. Cuando con escasas excepciones los integrantes de una elite política insisten en ver todo lo que ocurre como si se tratara de episodios en un melodrama en el que los justicieros se dedican a frustrar a los malos, no le es fácil apreciar la importancia de los fenómenos impersonales que están remodelando el mundo. Para individuos como Kirchner, el "neoliberalismo" es perverso no por alguna que otra razón filosófica o ideológica sino porque fronteras adentro Menem se las ingenió para presentarlo como su invento particular. Por motivos parecidos, decidió que el "clientelismo" es malo porque ahora es una forma de decir duhaldismo".

"Las teorías conspirativas florecen en todas partes, pero sólo en el Tercer Mundo -en América latina, África y los países musulmanes- pueden llegar a oscurecer tanto la realidad que los dirigentes se comportan como alucinados obsesionados por sus propias visiones, con consecuencias por lo general trágicas para los obligados a desempeñar el papel de comparsas que hacen número para aplaudir a los así iluminados de turno y denostar a los malévolos. El apego de los peronistas y radicales a las teorías conspirativas ya ha costado al país la posibilidad de brindar al grueso de sus habitantes un estándar de vida equiparable con el australiano o italiano. De persistir los Kirchner en dividir el género humano entre un puñado de elegidos y una horda de réprobos, para entonces gobernar en función de sus fantasías con el propósito de subrayar su compromiso con lo que llaman sus principios, los próximos años serán tan calamitosos como fueran casi todos los más de setenta anteriores. Mal que le pese a muchos políticos, el país no está viviendo una novela barroca, y quienes actúan como si lo estuviera ni siquiera pueden entender la necesidad de comenzar cuanto antes a recuperar el terreno que ya ha perdido y que, las estadísticas macroeconómicas alentadoras no obstante, sigue perdiendo a causa de la resistencia tenaz de los próceres de la elite dirigente a pensar en algo un tanto más importante que sus denigrantes reyertas personales".