El Universal

¡Bienvenidos a mi blog! La idea de este espacio es compartir artículos y comentarios de actualidad.

sábado, abril 23, 2005

El día que Juan Pablo II lloró al enterarse de que un amigo dejaba los hábitos por culpa del celibato.

Las angustias de un insomnio deben parecer más grandes en los aposentos papales, agigantadas por los claroscuros de los frescos renacentistas y los reflejos fríos de tanto mármol. En una de esas madrugadas romanas, cuando Juan Pablo II aún vivía y gozaba de relativa salud, sus allegados descubrieron que el Papa no dormía en su cama. Después de buscarlo por los diferentes cuartos donde solía trabajar, leer o rezar cuando el sueño no venía, comenzaron a preocuparse: el Pontífice no aparecía por ningún lado. Finalmente alguien dio la voz de alerta, lo había encontrado en una pequeña capilla de las tantas que hay bajo el techo vaticano. Karol Wojtyla lloraba tirado frente al altar y llegó a confesarle al afligido grupo que lo encontró que lo que le había quitado el sueño era una amarga noticia del día anterior: un querido amigo y sacerdote dejaba los hábitos para casarse.

él, el Papa, el sucesor de Pedro, el representante de Cristo en la Tierra, no podía hacer nada para evitarlo, no podía cambiar una doctrina que había recibido de sus antecesores y que él sentía como inmutable: el celibato sacerdotal.

Noticias