El Universal

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martes, enero 18, 2005

El periodismo, el sexo y la meteorología


Miguel Wiñazki.
Los lectores no se relacionan en abstracto con los medios. Se vinculan con ellos desde una situación identitaria. Los grandes diarios surgieron en la Argentina como una parte constitutiva de la política, la Gaceta de Buenos Aires de Mariano Moreno es el primer ejemplo. Evolucionaron hasta ser una parte constitutiva de la sociedad, que naturalmente tiene miradas e intereses políticos, pero también muchos otros intereses y necesidades que los medios pueden reflejar. La identidad sexual es una perspectiva de encuentro con los medios. Existen muchos estudios relativos a las definiciones de género y la lectura de los medios. La mirada heterosexual no es la misma de quien se asume gay. Este, por ejemplo según lo revelan investigaciones vinculadas al socioperiodismo, se concibe liberado, distante de los formatos familiares tradicionales y teme llegar solo a la vejez. Necesita espejos, requiere de una agenda mediática que refleje sus intereses, como -para citar un caso- el tema de la Unión civil de los homosexuales. Así como hay intereses y perspectivas identitarias, las hay etarias. Quienes se asumen lesbianas y son jóvenes tienen menos problemas de autoaceptación que quienes se asumen del mismo modo y son mayores de 40: éstas tienen más temor al rechazo social. Las diferencias generan matrices de intereses mediáticos diferentes. Por eso los medios tienden a ser diversos en sí mismos. Hay mujeres heterosexuales que trabajan y que quieren sentirse informadas, para sentirse a la vez incluidas en los diálogos cotidianos. Manifiestan un renovado interés en la política, así como una tendencia a consumir información relativa a la vida misma, la economía, la salud, etc. Hay otras mujeres que trabajan y que tienen de pronto mayor “capital cultural”, que buscan información macro, que se interesan por las proyecciones estadísticas y que valoran el discurso argumentativo. Hay una enorme cantidad de matices de lectura y de formas de consumo mediático, y por esa razón, un diario no es una máquina de comunicar “unidimensional”. Se bifurca en innumerables direcciones, se fragmenta en suplementos. Cambia en sí mismo su terminología según se dirija a un público juvenil que lee lo último del rock, o a potenciales turistas que planifican sus vacaciones. El buen periodismo es hoy “multidimensional”, múltiple como son múltiples las identidades y los intereses. A la vez es estacional. No es lo mismo hacer periodismo en verano que en invierno. Parece un simplismo, pero hay notas invernales y notas veraniegas. Notas otoñales y notas primaverales. El periodismo es meteorológico pero no porque informe sobre el próximo estado del tiempo, aunque los medios deben incluir esa información, claro está. El periodismo es meteorológico porque palpa el medio ambiente. Desde la literal temperatura ambiente, hasta la temperatura social. En ese sentido, podría definirse a un periodista como alguien que sabe tomar la fiebre. Y que también sabe ajustar sus notas al clima imperante. Para no hablar desde una torre de Marfil.
Clarín