Italia: adiós al cigarrillo en lugares públicos
Julio Algañaraz. ITALIA. CORRESPONSAL
Con fiestas, funerales simbólicos, proclamas de resistencia, anuncios de grupos de justicieros que se armarán con pistolas de agua para luchar contra los contraventores, desde la medianoche en Italia comenzó el "addio alla cigaretta" en todos los lugares públicos. El personaje del día en la lucha al tabaquismo salvaje es el ministro de Salud Pública, Girólamo Sirchia, un anciano y gentil médico convertido en el Satanás de los fumadores, que lo detestan.El 10 de enero pasa a la historia. Los amigos del humo ya lo han proclamado Día de Luto Nacional, más en serio que en broma. El ministro Sirchia niega que Italia haya entrado en el prohibicionismo, aunque los entre 14 y 17 millones de "nicotinómanos" afirmen lo contrario. "Pueden fumar en sus casas, al aire libre y en las áreas predispuestas", dijo anoche el defensor oficial de la salud pública.No está en discusión que en los lugares públicos cerrados no se fuma, y basta. La guerra aparece planteada en los 300 mil bares y restaurantes de la península, donde sólo un 3% promedio de los dueños y gestores ha invertido entre 20 y 30 mil euros en "áreas de fumadores".Las multas van de 27,50 a 275 euros, que se duplican si se fuma en presencia de "bambini" o embarazadas. Los gestores de locales protestan porque la ley los obliga a denunciar a los clientes (so pena de multas de hasta 2.200 euros) que transgreden la prohibición. "No soy un sheriff", proclama Pippo que tiene un bar en Bari. "Esto es nazismo", asegura un cliente mientras exhala una nube de humo.Muchos locales, para no perder clientes, pusieron estufas y grandes pantallas eléctricas en la calle para que los fumadores salgan a pitar unas bocanadas sin morirse de frío. En Milán, un bar y un restaurante tomaron la iniciativa de distribuir chales a las damas, echarpes a los caballeros y abrigos de emergencia a los dos sexos que necesiten salir a fumar. El vicio de fumar mata cada año a 650 mil personas en los 25 países de la UE y curar a los dependientes de las enfermedades del humo cuesta más de 100 mil millones de euros.
Clarín.