El Universal

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sábado, marzo 12, 2005

Castigaría el Gobierno al obispo Baseotto



En una nueva escalada de la confrontación que protagoniza el Gobierno con la Iglesia, y que podría derivar en un principio de ruptura de las relaciones diplomáticas, el presidente Néstor Kirchner habría decidido quitarle todo tipo de atribuciones de subsecretario de Estado al obispo castrense, monseñor Antonio Baseotto, por haber sugerido que “cuelguen una piedra de molino al cuello y arrojen al mar” al ministro de Salud, Ginés González García, a raíz de su propuesta para despenalizar el aborto. Así lo confirmaron a LA NACION fuentes calificadas de la Casa Rosada, que detallaron que la decisión presidencial se tomaría en las próximas horas por medio de un decreto. En la práctica, esta decisión contempla dos consecuencias inmediatas: se prohibiría a Baseotto entrar en todos los cuarteles del país y se le quitaría el salario que percibe como subsecretario de Estado. Pero, en rigor, este castigo va más allá de Baseotto y complicaría seriamente la controvertida relación de Kirchner con el Vaticano, dado que echaría por tierra el acuerdo internacional que el Estado argentino firmó con la Santa Sede en 1957 para regular la jurisdicción castrense y la asistencia religiosa a las Fuerzas Armadas. Según explicaron anoche a LA NACION fuentes de la Casa Rosada, la decisión de Kirchner se habría tomado ante el ante el silencio del Vaticano por los reclamos del Gobierno de expulsar a Baseotto. El 23 de febrero último, el Presidente había solicitado a la Santa Sede la "renuncia" del obispo castrense por sus expresiones contra el ministro de Salud. En aquel momento, el canciller Rafael Bielsa expresó su deseo de "que la renuncia de Baseotto se concrete y luego haya un obispo castrense distinto al actual", aunque dejó en claro que "a partir de este momento entran a expresarse la instituciones". Anoche, las autoridades argentinas estaban dispuestas a comunicar a la cúpula de la Iglesia la decisión de Kirchner. LA NACION intentó comunicarse con la Nunciatura, pero las llamadas no obtuvieron respuesta. Tampoco se pudo ubicar al presidente del Episcopado, monseñor Eduardo Mirás. La reunión de Kirchner "El Presidente ha dicho que el Gobierno no puede sacarle a Baseotto el título de obispo, pero sí el de subsecretario de Estado, con todas las atribuciones que esto representa", dijo a LA NACION un ministro que formó parte de las reuniones que Kirchner mantuvo en las últimas horas para definir el tema. Si bien la decisión se pondrá en práctica desde la Secretaría General de la Presidencia, que por medio de su titular, Oscar Parrilli, ratificará el decreto, en las reuniones en que esta decisión tomó cuerpo también estuvieron el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, y el ministro de Defensa, José Pampuro, entre otros. Según se supo, hubo varios presentes que instaron al Presidente a evitar la expulsión de Baseotto y avanzar con una negociación de alto vuelo con el nuncio apostólico, Adriano Bernardini, quien había recibido el anterior pedido de Bielsa. Esto sería instar al Vaticano a desplazar a Baseotto sin necesidad de llegar a tener que echarlo o quitarle atribuciones de obispo castrense. Pero las fuentes consultadas dijeron que la decisión presidencial "prácticamente ya estaba tomada" y que "no habría vuelta atrás". Al parecer, Kirchner está muy molesto con las autoridades del Vaticano por no tomar cartas en el caso Baseotto y dejar que el silencio supere el exabrupto del obispo castrense. Baseotto acusó a González García de apología del delito por su propuesta de despenalizar el aborto y eligió un controvertido pasaje bíblico, del capítulo 18 del Evangelio de San Mateo, para referirse al ministro de Salud. Dijo que cuando el ministro repartía públicamente profilácticos, él recordaba el texto bíblico en el que el Señor afirma que "los que escandalizan a los pequeños merecen que le cuelguen una piedra de molino en el cuello y lo tiren al mar". Ante estas aseveraciones, fue el viceministro de Salud, Héctor Conti, quien le respondió a Baseotto, al calificarlo de nuevo Torquemada. "Parece que monseñor mantiene bien aceitados sus contactos con los represores que sembraron a la Argentina de terror y muerte en épocas que creíamos desterradas. Sólo así puede entenderse que proponga la misma metodología de exterminio que el ex capitán [Adolfo] Scilingo con los que pensaban distinto", había dicho Conti. En la polémica carta dirigida al ministro de Salud, Baseotto había escrito: "La multiplicación de los abortos que usted propicia con fármacos conocidos como abortivos es apología del delito de homicidio". González García advirtió que la opinión de monseñor Baseotto "hace daño" porque "así, muchos piensan que los preservativos no sirven". No obstante, en su momento el ministro de Salud aclaró que mantiene una excelente relación con la Iglesia. A partir de la decisión presidencial de expulsar a Baseotto del ámbito castrense, pese a que la designación de los obispos es una atribución exclusiva de la Santa Sede, nadie apuesta a que la relación del Gobierno con la Iglesia pueda seguir siendo excelente, como dijo el funcionario. Sin hacer mención de la polémica con Baseotto, un grupo de obispos encabezados por monseñor Mirás ratificó días atrás la firme posición de la Iglesia en contra del aborto. Al mismo tiempo, la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) reclamó el alejamiento del obispo castrense, al calificarlo como antisemita por declaraciones que habría formulado en 1986. Por Martín Dinatale De la Redacción de LA NACION Cronología 17 de febrero
El obispo castrense, monseñor Baseotto, le envía al ministro de Salud, Ginés González García, una carta en la que ratifica la posición de la Iglesia en contra del aborto. Cita un pasaje bíblico en el que se afirma que "los que escandalizan a los pequeños merecen que le cuelguen una piedra de molino al cuello y lo tiren al mar". También lo acusa de "apología del delito de homicidio" por propiciar "la multiplicación de los abortos". 19 de febrero
El ministro de Defensa, José Pampuro, citó al obispo castrense para pedirle explicaciones. "Este tipo de mensajes no ayuda a reencontrarnos y reconciliarnos. Y su gravedad se acentúa teniendo en cuenta la historia reciente del país", dijo. 21 de febrero
El presidente del Consejo Pontificio de Justicia y Paz, cardenal Renato Martino, envió a Baseotto un mensaje de solidaridad. Consideró "valientes y contundentes" sus palabras y dijo que los miembros de la Iglesia no pueden "callar ante las absurdas apologías que pretenden defender lo indefendible". 21 de febrero
Pampuro, se reunió con el obispo castrense y le expuso el desagrado del gobierno por sus dichos, a los que calificó de "una desafortunada alegoría bíblica". 23 de febrero
Kirchner instruyó al canciller Bielsa para que solicitara a la Santa Sede la renuncia del obispo castrense. "Deseo fervientemente que la renuncia se concrete. Si esto no es así, veremos las medidas a adoptar", dijo el canciller. 24 de febrero
Bielsa recibió en su despacho al nuncio apostólico, monseñor Adriano Bernardini, para transmitirle personalmente el pedido de Kirchner. 26 de febrero
González García reavivó la polémica al calificar a Baseotto de "mentiroso que se escuda en la Iglesia". El obispo le cuestionó que favoreciera "actos inmorales que ponen en riesgo la vida de muchos jóvenes". 28 de febrero
El obispo de Quilmes, monseñor Luis Stöckler, sugirió que el funcionario que debería ser separado de su cargo era Ginés González García. 7 de marzo
Once obispos de la región del Litoral, encabezados por monseñor Mirás, expresaron su firme rechazo a todo proyecto referido a la despenalización del aborto y criticaron a quienes "parecerían ignorar derechos humanos básicos", en alusión al ministro de Salud. 10 de marzo
En una carta al nuncio apostólico, la DAIA repudió las declaraciones "profundamente racistas y antisemitas" que en 1986, cinco años antes de ser obispo, expresó Baseotto en Santiago del Estero y reclamó que el Vaticano lo removiera del cargo.
La Nación.
Los conflictos entre la Iglesia y los gobiernos peronistas son inevitables. Tarde o temprano se hace difícil la convivencia entre una institución como aquella y un pensamiento profano como el bonapartismo, que aspira a abarcarlo todo.

Roberto Campos