El Universal

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viernes, febrero 11, 2005

Murió Arthur Miller


Escribió obras fundamentales de la literatura contemporánea como “La muerte de un viajante” y “Las brujas de Salem”. También estuvo casado tres veces, una de ellas con Marilyn Monroe.

Su comienzo se puede pensar en el escenario de la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. Vivió ambas con tanta sensibilidad que plasmó su desconcierto de manera inigualable en el papel. Transformó la escena teatral de Nueva York y la literatura con obras como “La muerte de un viajante” y “Las Brujas de Salem”. Vivió la escena beat y fue uno de sus líderes. Vivió para ganar un Pulitzer y para casarse tres veces, una de ellas con Marylin Monroe. Ya había anunciado un cuarto paso por el altar, a sus 89 años. Vivió una vida plena Arthur Miller, hasta hoy. Su final se puede pensar a partir de hoy. La muerte del dramaturgo, una de las pocas figuras de la literatura contemporánea a las que les cabía perfectamente la palabra célebre, fue anunciada hoy por sus allegados, pero en realidad ocurrió ayer. Estaba enfermo de cáncer y su salud se había agravado por una pulmonía y problemas del corazón. A su lado estaban su hermana Joan Copeland, su hija Rebecca Miller, casada con el actor Daniel Day Lewis, y Agnes Bailey, la joven pintora de 34 años con la cual Miller vivió su último romance. Bailey iba a ser su cuarta esposa. Antes había pasado por el compromiso con la mujer de su adolescencia, por el desvelo con una gran estrella y por el gran amor. Primero estuvo casado con Mary Slattery, una chica que conoció en la escuela preparatoria y que fue la madre de sus dos hijos. Cuando rompió esta relación, Monroe pasó a ser su esposa, lo fue durante casi cinco años, a pesar de que era diez años menor que él, pero la relación se destruyó por la adicción a las drogas y el alcohol de la actriz. Mejor suerte tuvo con su tercera mujer, la fotógrafa austríaca Inge Morath, con la que estuvo casado por 40 años. Su obra fue tan grande que no se vio opacada ni siquiera con semejante vida sentimental. “La muerte de un viajante" recibió el Pulitzer en 1949, cuando Miller tenía apenas 33 años. Otros títulos seguramente refrescan la memoria: "Las brujas de Salem", "Panorama desde el puente", "Después de la caída", "Incidente en Vichy", "El precio" y "El arzobispo". Todos ellos fueron de alguna manera producto de una infancia problemática. Nació el 17 de octubre de 1915 en Nueva York, en una familia de inmigrantes judíos. Su padre fue un fabricante de abrigos arruinado por la Crisis de los 30 y debió trabajar desde muy joven en un almacén para poder estudiar periodismo. Con su imaginación puesta al servicio del teatro superó esas dificultades. Y fue más lejos. Con su historia sobre Salem inició una costumbre que iba a ser un hito de su carrera: la crítica aguda y corrosiva con la literatura como metáfora y arma política. Era un alegato contra la caza de brujas que el senador Joseph McCarthy había iniciado contra todo lo que oliera a comunismo en los Estados Unidos. De hecho, sufrió ese método inquisitorial en su propia carne, cuando en 1956 fue condenado por desacato. También se opuso a la intervención militar estadounidense en Corea y en Vietnam. Y fue presidente del Pen Club, un reducto de escritores en defensa de la libertad de expresión. Llegó a ver a la dinastía Bush en el poder en su país. “No me gusta su política”, dijo sobre la gestión del mayor de la familia, hace pocos años. Ya se gestaba el escenario de su final y mantenía la sensibilidad, aunque ya no la plasmaba en el papel. Ese final, ahora, ya se puede pensar.
Clarín