El Universal

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jueves, julio 07, 2005

La rabia y el orgullo

Ver

“¡Combatid a quienes no creen en Dios ni en el último Día ni prohiben lo que Dios y su enviado prohiben, a quienes no practican la religión de la verdad entre aquellos a quienes fue dado el Libro! Combatidlos hasta que paguen la capitación personalmente y ellos estén humillados”.

Corán, azora 9, 29

“No hay ciudad a la que nosotros no aniquilemos o atormentemos con terrible tormento antes del día de la Resurrección. Eso está en el Libro, escrito”.

Corán, azora 16, 60


"¿Y esa consigna de no “demonizar” al Islam, como si los atentados del 11 de septiembre no hubieran sido realizados en su nombre? ¿No es Ben Laden y sus sahid quienes lo demonizan ofreciendo una imagen de salvajismo e inhumanidad? Arma suprema de los islamo-fundamentalistas, lo islámicamente correcto sitúa como postulado que el ‘verdadero Islam’ no puede ser más que ‘tolerante’ y ‘pacífico’ puesto que el Corán es un ‘texto de paz y amor’. Muhamad Alí, el boxeador Casius Clay, lo proclamó en el homenaje a las víctimas: “el Islam es la paz”. Esta especie de consigna rechaza cualquier análisis argumentado para desentrañar las raíces coránicas y teológicas del islamismo radical, del terrorismo suicida, como “intolerancia racista”. En vez de exorcizar el desviacionismo de los terroristas suicidas se sataniza la crítica. Los atentados se convierten en un acto de propaganda de ¡un Islam limpio de todo pecado! El fanatismo y el oscurantismo islámico justifican por tanto, en el nombre de Dios, la lapidación de las mujeres en Irán, Sudán o Mauritania, el exterminio de los cristianos en Indonesia, la degradación de las mujeres en Afganistán o la liquidación de los blasfemos y los católicos en Pakistán, muestras todas ellas de tolerancia, paz y amor, hasta el punto de que lo coherente sería pedir la aplicación de la sharia en nuestras naciones occidentales. ¿Por qué tanto silencio ante las flagrantes lesiones a los derechos humanos en las naciones islámicas “moderadas”? ¿Es una excepción cultural, una manifestación de una cultura distinta, satanizar el sexo, hasta lapidar a las adúlteras? ¿La no discriminación por razón de sexo es acaso una costumbre occidental? Afganistán, ese “régimen vomitivo” donde la mujer ha de morir sin recibir atención sanitaria, y ¿Arabia Saudí, donde tienen prohibido conducir? ¿Estaba entonces bien aquello de la mujer con la pata quebrada? El imán de Fuengirola publicó un libro recomendando los castigos corporales a la mujer, como, por otra parte, recomienda el Corán. ¿Dónde queda lo del terrorismo doméstico? ¿Alguien se imagina la justa indignación nacional si un párroco católico saliera por donde el imán de Fuengirola? Pues ese señor es quien selecciona a los profesores y profesoras, nunca los sexos juntos, de las clases de musulmán en los colegios de Málaga. La postmodernidad, el estructuralismo y los políticamente correcto han acostumbrado a las gentes a esa doble moral, a ese relativismo ético, consecuencia directa del cultural. Al margen de tanto tópico, las razones de la violencia tienen raíces muy profundas en El Corán. Es un texto asequible, de fácil estudio, ¿por qué mantener que el Islam es la paz cuando una de cada dos azoras chorrea sangre?."